Capitulo 4: Café con leche de avena

125 11 62
                                    

Quinn

Nunca he sido muy amante de los miércoles. Por lo general, los miércoles son días tranquilos, no lo suficientemente emocionantes como los fines de semana, ni lo suficientemente tedioso como un lunes en la mañana como para odiarlos. El miércoles es solo ese día a mitad de semana en el que no puedes esperar para que ya sea un fin de semana.

¿Que podría pasar un miércoles que fuera emocionante?

Pues, tras cinco años de evitar lo inevitable, sería un miércoles en una vieja cafetería donde me lo volvería a encontrar, tal como si las estrellas se hubiesen alineado para traerlo justo a el ultimo local en el que esperaría encontrarme a Thomas Addams, mi ex mejor amigo de infancia y exactamente al mismo tiempo en que yo me encontraría allí.

La vida con todas sus vueltas y sus desenlaces interesantes, eh.

—¿Quinn Margaret Lovelace? —se acerca hasta mí, intento ignorarlo, hacerlo pensar que quizás se confundió de persona, aunque se perfectamente que es inútil y que debo verme ridícula—.  ¿Realmente eres tú?

Me giro lentamente para enfrentarlo y es ahí, viendo su estúpida cara de sorpresa que me doy cuenta que me ha reconocido y que es muy tarde para fingir que se ha equivocado de persona.

—Thomas Addams—devuelvo el saludo como si tan solo fuera un simple conocido, como si se tratara de un ex compañero de clases cualquiera y no mi mejor amigo de infancia—, estas... muy cambiado—suelto tras repasarlo con la mirada... Pero, ¿Desde cuándo Thomas es más alto que yo?

Sus rasgos han madurado, ya no luce como un chiquillo mocoso, aunque su rostro jovial se mantiene al igual que el tono rosado de sus labios. Su cabello va un poco mas largo que como solía llevarlo antes y su forma de vestir ha mejorado considerablemente, lo sé por la chaqueta de cuero a juego con sus botas, el suéter de un tono neutro, verde oscuro y jeans, definitivamente ya no se viste con lo primero que se topa en el armario. Se ve bien, increíblemente bien... odio eso.

No se siente como antes, como cada vez que lo veía y corría con emoción a abrazarlo, aunque nos hubiésemos visto unas cuantas horas antes, siempre lo abrazaba como si llevara una eternidad sin verlo.

No es fácil, no es nada fácil volver a encontrármelo después de todos estos años y mirarlo como si fuera un desconocido, así como tampoco me fue fácil alejarme de su vida en un principio, cuando no hubo día en la semana en la que no pensara en él, en la que no quisiera levantar el teléfono y llamarlo y hablar con él durante horas, por todas esas veces en que no llame pero casi lo hice, porque no dejaba de imaginarme exactamente que estaría haciendo o en que estaría pensando y tenía que tomar toda mi fuerza de voluntad para no correr de regreso a él.

Nada con Thomas Addams podría jamás ser fácil.

—No puedo creerlo, Quinn, eres tú—luce asombrado, mientras camina hacia mí, como para cerciorarse que sea yo de verdad—. ¡Regresaste!

—Si, soy yo—repito con incomodidad y me rió nerviosamente—. ¡Sorpresa!

«Agh, no seas ridícula, Quinn»

—Y ahora eres rubia...—comenta observando mi cabello, anonadado.

«¿Y es que es eso de lo que todos en este pueblucho estarán hablando? ¿el tono de mi cabello? Panda de chismosos»

—Y ahora soy rubia... —confirmo.

«Tragame tierra»

—Y estas aquí...

Frunzo el ceño, reprimiendo las ganas de darle un golpe detrás de la cabeza. Esta en shock, lo entiendo, pues me siento igual, estoy segura que mi cara debe estar tan pálida como si hubiese un fantasma. Aunque sabía que habría altas probabilidades de volver a ver a Thomas con mi regreso a Memphis, no esperaba encontrármelo tan pronto.

Alguna vez nosotrosWhere stories live. Discover now