Capitulo 23: No digas que no...

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Quinn

Me veo envuelta entre planes de bodas, brocados, telas, anillos, temáticas, vajillas, salones de fiesta, centros de mesa. Finalmente, Shannon ha dado el siguiente paso, si es que podría llamarse, ya que parece tener todo perfectamente calculado cuando arroja sobre mi cama revistas de boda y portafolios repletos de ideas. Pasamos el resto del fin de semana intentando llegar a un acuerdo sobre lo que seria su boda. 

El domingo se lo dediqué a la abuela Margaret, quien parece estar menos enojada conmigo después de todo lo que le dije a uno de sus hijos. Margaret decidido acompañarnos a ver el salón de fiesta de su club de socios. Enganchada a uno de mis brazos, mientras llevaba su enorme bolso en el otro, sonrió con suficiencia cuando vio a Shannon admirar el lugar, anonadada.

—¿Ya ven? Mucho mejor que esa simple fiesta de jardín que estaban pensando—sonríe con monería.

Shannon se giro a vernos con lágrimas en los ojos.

—¡Es perfecto! —lagrimea. Me sorprende verla de esta forma, siempre se muestra tan recatada—. Creía que no era como esas chicas que soñaban con sus bodas desde pequeñas, le enseñe a Quinn todo lo opuesto a eso, pero la verdad es que cuando nadie me miraba me gustaba pensar en ello—se limpia las lágrimas—. Pero esto supera con creces lo que había imaginado...

Phillip corre para rodearla en sus brazos.

—Mira bien este lugar, niña. Si juegas bien tus cartas puedes tener algo mucho mejor para ti—me dice, Margaret—. Dios me de vida y salud para ese momento.

—Estoy segura de que estarás en primera fila, abuela—aseguro.

—Más te vale buscarte un buen partido, niña—aprieta una de mis mejillas con sus dedos.

Frunzo el ceño.

—Yo podría pagarme mi propia boda, tengo un buen trabajo y me pagan muy bien—le recuerdo—. Si quisiera podría hacer una boda conmigo misma aquí y ahora—reto.

Margaret me mira, horrorizada.

—Sinceramente—niega con la cabeza, como si fuera un caso perdido—. Las cosas que salen de tu boca, Shannon—dice exasperada.

—¡Soy Quinn!

Debo admitirlo, en los últimos días me ha costado mantener los pies plantados en la tierra, mi cabeza parece estar en las nubes la mayor parte del tiempo. La noche del viernes regresa a mi en flashes de vez en cuando, intento apartarlos de mi mente, centrarme en la boda y en el trabajo, pero me resulta imposible, incluso me atrapo a mí misma tarareando al ritmo de Stand by me mientras me balanceo de un lado a otro.

 Elton, no esta nada contento conmigo, por supuesto. Fraternizar con el enemigo nunca fue parte de nuestros planes. Ahora me ignora o me gruñe cada vez que quiero cargarlo en brazos, acusándome de traición. Mientras yo sigo dándole vueltas a la noche del viernes en mi cabeza, aun cuando huyo  para esconderme en la cafetería de Jack después de la entrevista con el artista nieto de Nicolle, Bennett.

—¿Qué? ¡Lo besaste! —Rory pega el grito al cielo, viéndose asombrada al otro lado de la pantalla—. ¡Quinn! ¿Escuche bien? ¿Lo besaste? —exige explicaciones.

Recuerdo el beso. ¿Yo lo bese o fue Thomas quien me beso primero?

—¡Lo se! ¡Lo se! Estoy tan sorprendida y conmocionada como tú, yo solo...

—¿Necesitas una intervención? Tu solo dilo y comprare el primer ticket hasta Memphis—interrumpe con determinación.

—¡Rory! Tu no lo entiendes—me quejo, haciendo una mueca. Intento buscar la forma de explicarlo mejor, pero tampoco encuentro explicación—, tampoco puedo explicarlo...había algo especial sobre esa noche, solo... tenías que estar ahí para entenderlo, Rory. Todo parece ser tan diferente ahora, pero al mismo tiempo como volver a ser nosotros mismos... o una mejor mejorada, supongo—suspiro.

Alguna vez nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora