Capitulo 9: Batería baja

79 9 44
                                    

Quinn

Me encuentro acostada, boca abajo sobre la cama de mi antigua habitación. Me causa nostalgia el hecho de que todo este tal cual como lo deje, la repisa repleta de los libros que me fascinaban en mi adolescencia, unos cuantos vinilos de música, el escritorio con los mismos apuntes sobre el periodico escolar y una que otra historieta prestada por Thomas que no alcance a regresarle. Hasta los posters de One Direction, Vogue y Taylor Swift se mantienen intactos, la habitación ordenada e impecable (esto último gracias a mi madre). Elton también está aquí, se mantiene a mi lado, lamiéndose las patas con toda la tranquilidad del mundo, sin dramas, ni preocupaciones.

«Quisiera ser un gato»

Me siento emocionalmente agotada, mis defensas se mantienen caídas y con 0 energía, como la batería baja de un celular a la espera de una nueva carga de energía. No llevo ni un día en este lugar y ya todo se me ha ido de las manos. Desde la pelea con Shannon por teléfono, el encuentro con Thomas y ahora la discusión con mamá. Probablemente la única persona aquí que no me desprecie sea Elton.

Por esto mismo detesto tanto Memphis, siempre saca lo peor de mí.

Se que debo bajar a disculparme con mi madre por mi actitud inmadura y mi falta de respeto. Disculparme con Shannon por haberle hecho creer que no vendría a su boda, con pap por mi actitud, con Maeve por no mantenerme en contacto, con Elton por haber olvidado su juguete favorito en casa, con la abuela Margaret por lo que sea que este molesta... El tren de las disculpas de Quinn, es como papá le llama, todas esas veces en las que fui imprudente y debía disculparme con más de una persona.

Ahora debo hacerlo con cada miembro de esta casa...

«Vaya día»

Suspiro pesadamente mientras me dedico a observar la ventana de mi habitación desde mi cómoda posición, frunzo el ceño, cuando noto que lentamente la ventana se abre, pero no me muevo de mi lugar. Solo una persona seria capaz de treparse por un árbol para entrar por la ventana de mi habitación y ese es Thomas Addams... o Andrew, su hermano mayor.

Internamente rezo por que sea Andrew quien se aparezca por esa ventana, lo pido con tantas fuerzas como si le estuviese pidiendo un deseo a una estrella fugaz, repito su nombre en mi mente para que suba quien quiero que sea y no quien temo que podría ser, pues no estoy preparada para volver a enfrentar a Thomas por los momentos.

—Si eres un ladrón, será mejor que no te lleves mi poster de Louis Tomlinson o tendremos un gran problema— expreso con el ánimo caído—, y si eres Thomas, será mejor que te prepares para una inminente caída.

Estiro el brazo para alcanzar mi peluche Teddy, un regalo de Thomas a los seis años, que se encontraba reposando sobre mis almohadas, para usarlo como arma contra quien sea que se atreva a asomarse por la ventana. Sin embargo, es Andrew quien se asoma por la ventana, sonríe al verme, antes de entrar con toda la confianza del mundo.

Siento que puedo volver a respirar con tranquilidad.

—O sea, ¿qué tirarías a Thomas por la ventana, pero a un ladrón lo dejarías entrar? —pregunta una vez que se encuentra dentro de la habitación, sacudiéndose el polvo de encima.

—Tengo mis razones—comento con el ceño fruncido.

—¿Qué pasa, chiquilla? —ladea la cabeza mientras me observa como si fuera un cachorro—. Pensé que estarías más feliz de verme.

Lo detallo mejor desde donde estoy. Cabello castaño y desordenado apuntando en todas direcciones, tan alto como siempre lo ha sido y esa sonrisa encantadora. No ha cambiado mucho desde la más reciente ocasión que lo vi, me ha visitado en Nueva York un par de veces, donde me obliga a visitar cada nuevo restaurante que abren en la ciudad. Supongo que no podría esperar menos de un chef experto como él.

Alguna vez nosotrosWhere stories live. Discover now