Capitulo 38: Encrucijadas del destino

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Quinn

Si algo es cierto en el mundo es que la vida se trata de cambios y sin importar lo que hagas el mundo siempre seguirá girando, no importa cuánto intentes detener el tiempo y aferrarte a un momento o regresar al pasado, el mundo seguirá girando, aunque tu dejes de hacerlo.

Sigue. Girando.

El vacío de los siguientes tres días fue algo inexplicable, cada segundo peor que el otro. No diré que logré superarlos, el proceso de sanar ha sido duro, pero al menos pude atravesar esa tempestad. Me compadecí de mí misma los primeros días, pero en ocasiones es necesario aprender a abrazar el caos y aceptar que simplemente no podemos controlarlo todo, no podemos cambiar los eventos pasados.

Es difícil tenerlo todo claro cuando te encuentras atrapada en el ojo del huracán y el mundo parece derrumbarse a tu alrededor, pero resulta que puedes encontrar libertad en medio de la desesperación y reinvención tras la destrucción. Así que una vez que permití que el gran diluvio arrasara con todo para poder llevárselo con la marea, fue cuando pude dar un paso adelante y comencé a encontrar cierta tranquilidad ante la idea de un nuevo amanecer.

Fue entonces cuando las nubles nubladas comenzaron a despejarse poco a poco.

Aun me es difícil estar mucho tiempo en casa sin Elton, por lo que me obligue a levantarme de la cama para continuar mi rutina diaria, desde entonces me he dedicado de lleno a los preparativos de la boda de mi hermana. Ahora evito estar sola la mayor parte del tiempo, por lo que me gusta viajar junto a Thomas a los lugares que nos hacían felices en nuestra infancia y cuando no estoy con él, me dedico a pasar tiempo con Abby, mientras nos encargamos de mostrarle la ciudad a Rory, en ocasiones también me gusta ver películas con Shannon mientras ella acaricia mi cabello y ambas hacemos planes para su boda.

Es agradable estar rodeada de gente que te aprecia.

—No seas dramática—observo de brazos cruzados como Abby abraza una colcha de gimnasio mientras se niega a ponerse de pie para continuar nuestro entrenamiento—. Y pensar que este es solo en calentamiento—murmuro para mis adentros.

—¡Solo te pedí que me enseñaras a dar una patada, no que me convirtieras en Karate Kid! —lloriquea como niña pequeña.

Intento mantenerme lo más ocupada posible, por lo que me apunté a un pequeño gimnasio local durante las mañanas, me tomo tiempo convencerlas, pero Rory y Abby terminando cediendo. Por otra parte, Charlotte no lo pensó demasiado para sumarse a nosotras, mientras Jessica se excusó con el trabajo, aunque todas sabemos que esa era una pequeña mentira blanca, pues su periodo vacacional inicio hace dos semanas.

—Pues ahora vas a patear traseros, como yo, así que levántate, novata—tomo sus dos piernas e intento arrastrarla de regreso al centro, pero ella se aferra a la colcha—. Cobra Kai no conoce la piedad, recuerda—cito a la serie popular para que pueda animarse.

—Yo estoy bien donde estoy—acota Rory desde una esquina del lugar con el celular en la mano, lleva toda la mañana enviándose mensajes con nuestro vecino de Nueva York—. Aprendo mejor observando desde lejos.

—Debo confesar que me alegra que este entrenamiento no esté dirigido por Brandon—agrega Charlotte, quien ha estado tomando notas todo este rato.

—Soy mejor entrenadora que Brandon, admítelo—presumo—. Pueden llamarme, sensei Quinn.

—No te voy a llamar de esa forma.

—No me obligues a patear tu trasero, Charlotte.

Una canción de Taylor Swift comienza a sonar en el gimnasio, lo que provoca que Abby se espabile en menos de cinco segundos y vuelva a estar de pie como si nada hubiese pasado. La miro con las cejas enarcadas mientras ella tararea la canción con total tranquilidad. Lanzo un puñetazo en su dirección y ella logra desviarlo a tiempo, repito la acción y ella vuelve a esquivarme. Se distrae cantando la siguiente canción que comienza a sonar, por lo que aprovecho el momento para derribarla.

Alguna vez nosotrosWhere stories live. Discover now