Capitulo 15: Pastel de chocolate

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Thomas

Hay una frase que da inicio a la película Moulin Rouge que dice: Lo mas grande que te podría suceder es amar y ser correspondido. Dicha frase causo gran impacto a mi vida pues considero que no podría haber nada más certero. Alguna vez amé y fui correspondido, el problema fue haberme dado cuenta demasiado tarde, cuando perdí a ese gran amor.

Hay amores que trascienden en el tiempo, que ni la distancia, ni el tiempo podrían extinguir, ese es el tipo de amor que siento por Quinn Lovelace, que con los años no ha hecho nada más que fortalecerse como el tronco de un árbol, que sin importar cuantas veces cortes sus ramas, estas volverían a crecer.

Tiempo y distancia no pudieron acabar con mi amor, aun así, sé que estos mismos elementos son la causa por las que muchas historias de amor llegan a su fin.  Ahora solo ruego que el tiempo no me haya borrado por completo de la vida de mi Queenie.

El tiempo parece transcurrir más lento de lo esperado. Casi se siente como un sueño el hecho de que dentro de poco nos veremos cara a cara nuevamente. Pienso una y otra vez en todas las cosas que podre decirle una vez la vea, ensayo mis disculpas, repaso todas mis líneas en mi cabeza e imagino distintos escenarios del desenlace:

Quinn asombrada, Quinn enojada, Quinn contenta, Quinn reclamándome, Quinn perdonándome, Quinn lanzándome una taza de café humeante a la cara...

—Luces como si estuvieras a punto de irte a la guerra—comenta Jenna, sacándome de mis pensamientos—. ¿Todo en orden, cariño? —pregunta, preocupada. 

Sonrió ligeramente para despreocuparla.

Jenna es una muchacha alegre y muy hermosa, ha llegado a mi vida poco después de que Quinn se marchase de la ciudad. No fue fácil para mi adaptarme a su ausencia, mis defensar se vinieron abajo y me volví un completo desastre. Sin embargo, Jenna apareció para tomar mi mano y me acompaño en mi solitario y silencioso camino, me encontró en mi peor momento, y aun así me brindo sus sonrisas, aunque no me lo merecía.

Jenna fue capaz de convertir una mañana nublada en una tarde soleada. Ha sido una gran amiga y una excelente compañía durante todos estos años. Mentiría si dijera que nunca hubo algo entre nosotros, pero en nuestra relación intermitente siempre hubo algo que hizo falta...

Todos dicen que Jenna es la chica perfecta para mí, siempre se ríe de todos mis chistes, compartimos muchos intereses en común, se lleva bien con todos mis amigos, mis padres la adoran, es la chica con la que cualquier persona soñaría. Aun así, cada vez que miro la inmensidad de sus ojos azules, lo único en lo que puedo pensar es en los ojos marrones de Quinn.

Ahí es donde aplica el clásico «No eres tú, soy yo». Y es que, el amor que he estado anhelando durante todo este tiempo, es el mismo que alguna vez perdí.

Jenna es la chica perfecta, pero no para mí. Lo entendí hace mucho tiempo, quizás desde el primer momento, por ello siempre fui honesto con ella. Nadie merece ser la persona con la que uno se conforma, solo por haber perdido un gran amor, pues ella merece mucho más que un amor a medias. Todos merecemos nuestra propia historia de amor, alguien que nos ame con pasión, comprensión y locura.

Jenna se merece el mundo entero y mucho más, si pudiera entregárselo, lo haría sin dudarlo, pero mi corazón pertenece a otra persona.

Mis dedos tamborilean sobre la encimera de la recepción, mientras miro impacientemente el reloj detrás de Jenna.

—¿Una amiga? —arruga sus cejas, mirándome con extrañeza—. Espera, no me digas que es... ¿Quinn? ¿La famosa Quinn? —asiento, ella sabe todo sobre Quinn—. Vaya, con razón llevas esa cara.

Alguna vez nosotrosWhere stories live. Discover now