Capitulo 32: Todo lo que desearía que me dijeras

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Quinn

Respiro hondo el aire fresco del campo de fútbol. La noche es fría, pero el abrigo de Thomas me protege de la brisa. La música del baile se escucha lejana desde aquí, nos hemos escabullido poco antes de que anunciaran al rey y la reina del baile. Apuesto a que Charlotte y Brandon se llevaron dichos títulos. Mis pies casi me duelen de tanto bailar, pero siento la misma sensación que debió haber sentido cenicienta al irse del baile.

Desde que me mude a Nueva York tuve la oportunidad de ir a muchas fiestas, de todo tipo, formales, profesionales, casuales, baile en cada una de ellas, pero en ninguna de ellas baile tanto como lo hice esta noche. Afortunadamente pude bailar con Dylan antes de que se entretuviera en la mesa de los aperitivos, le reservé otro baile a Andrew antes de que me hiciera una escena de celos y baile con las chicas todas las canciones de ABBA como si fuéramos parte del elenco de Mamma Mia.

El baile todavía no termina, pero preferí salir a tomar un poco de aire en el segundo en que mi cabeza comenzó a dar vueltas.

—¿Por qué nunca hablas sobre fútbol? —le pregunto, tirando el balón y él lo atrapa con agilidad solo para tirarlo de vuelta, con más suavidad—. Desde que llegue hemos hablado sobre tu carrera en la biología marina, pero sé que seguías jugando fútbol y Brandon tiene un gran contrato...

—Hubo algunas ofertas, pero nada que llamara suficiente mi atención—nuevamente me regresa el balón con suavidad, no espero demasiado para tirársela con todas mis fuerzas para que deje se subestimarme.

—¿No?—se encoje de hombros—. ¿Con cuál equipo quisieras jugar, señor estrella del fútbol?

— Giants de Nueva York. Quizás me venga bien un cambio de aires, tengo muchas razones para querer mudarme a la gran ciudad—su respuesta me deja sin aliento, él no aparta la mirada sobre mí en ningún momento cuando sonríe con complicidad—. Pero por los momentos procuro no preocuparme demasiado por el fútbol.

—¿Por qué no?

—El fútbol fue algo que comencé solo por mi padre, Quinn. Eventualmente me termino gustando, pero, nunca se sintió completamente mío, ¿sabes? Mi padre, el entrenador, la beca. Muchas expectativas—dice—. Me gusta jugar, pero es muy fácil perderse en el juego, esa es mi parte menos favorita. Nunca se sintió demasiado bien jugarlo después de que nos distanciáramos.

—Yo no debería ser una razón para que dejes de jugarlo, Tommy —le lanzo una mirada de reproche. 

—Lo sé, lo sé. No digo que esa sea mi razón para dejarlo, pero justo ahora, no se que me depara el futuro. Me enamore de mi carrera, me gusta la biología marina, también hay un futuro allí—se encoje de hombros—. Lo que sea que surja primero, ya veremos. No quiero pensar demasiado en ello—dice—. Justo ahora mi única prioridad es conseguir suficiente dinero para rentar mi propio departamento.

Tomo su mano.

—Quiero que hagas lo que sea que te haga feliz—aprieto su mano, dos veces, tres veces—. Todavía podría casarme con un millonario y llevarte a vivir conmigo en una mansión de todas formas—le suelto las mismas palabras que solía prometerle de pequeños—. ¡Puedo comprarte un Yate!

—Prefiero convertirme en millonario yo para comprar la mansión, así no tendrías que casarte con algún tipo aburrido que le guste jugar golf—responde las mismas exactas palabras que replicaba en aquellos tiempos. Suelto una carcajada. Él sonríe mientras guarda silencio, soy testigo de como su mirada cambia, hay cierto brillo especial en ella. 

Traga saliva y se que está nervioso.

— Quinn...

—¿Sí?

Alguna vez nosotrosWhere stories live. Discover now