Capitulo 19: Sabes que siempre me tendrás a mi

73 9 92
                                    

Este sentimiento no es nada nuevo, ese viejo y familiar dolor corporal, ese sabor amargo en mi boca, los chasquidos de los pequeños quiebres en mi alma. Habría sido muy estúpido de mi parte si hubiese llegado a pensar que esta vez todo sería diferente, que solo podríamos compartir un momento agradable y alegrarnos por los progresos del otro, que no sería ignorada y reducida a nada de la forma en lo que siempre lo han hecho.

«No es nada. No es para tanto. Solo estoy exagerando, eso es todo»

Pero tengo que mantenerme impasible, demostrarle que sus comentarios malintencionados disfrazados de preocupación falsa no me afectan, porque esos es lo que las chicas debemos hacer la mayor parte del tiempo, actuar como si no nos importase cuando sabemos que, en el fondo sí que nos importa.

Siento que tengo diez años otra vez, aunque por aquel entonces la forma en la que me trataban no parecía tan alarmante, solo tenia que sonreír y dar una vuelta en bicicleta, jugar con Thomas y mi mundo volvería a sentirse bien otra vez.

Papá aparece en la sala con una sonrisa radiante, contento de ver a toda su familia reunida una vez más, no tiene ni la más mínima idea de lo que ha pasado y yo debo forzar una sonrisa para que esa sonrisa se mantenga brillando durante el resto de la noche.

—Hola Quinn—saluda el tío Hugo quien acompaña a papá. No me mira en ningún momento, pues esta muy centrado tecleando algo en su teléfono. Es un hombre de negocios, siempre ocupado.

—Hola, tío Hugo—devuelvo el saludo, algo incomoda—. No sabía que te encontrabas en el país— Me resulta curioso verlo, pues vive en el extranjero junto a su familia. Levanta la vista durante unos breves instantes y me mira con extrañeza, casi como si yo fuera un ser de otra tierra.

—Creciste—es todo lo que comenta antes de seguir su camino. No alcanzo a preguntar por su familia, tampoco se muestra interesado por mi vida, así que dejo la conversación hasta ahí.

Thomas me mira y detesto la mirada que tiene en sus ojos, me mira como si supiera exactamente lo que estoy pensando, lo que estoy sintiendo, como si quisiera acercarse y sostener los pedazos rotos y realmente detesto que me siga mirando de esa forma.

No quiero su lastima ni su simpatía en estos momentos.

Papá se acerca para rodearme en un abrazo y Thomas se mantiene insistente, sus ojos caen sobre mí, luego pasa a mirar a mi padre, repite la acción y discretamente señala a papa con la cabeza. Pillo la indirecta al instante, pero no puedo hacerlo, no estos momentos. 

Pero eventualmente hablare sobre esto, se me ocurre un articulo, es decir, para eso hago lo que hago y mi voz sera escuchada para hacer un cambio, no solo por mi, sino por todas las personas que han estado en esta posición y han tenido que cargar con inseguridades que no les correspondían y que solo empezaron a existir en sus cabezas porque otros las señalaron.

«Mi madre nunca se ha equivocado cuando decía que era mejor caer en las adicciones que caer en mi lengua»

—La cena esta casi lista—anuncia papá y siento como se me revuelve el estómago. Sentarme ahí, con todas estas personas que tienen una opinión que dar sobre mi vida y mi cuerpo no es una idea que me entusiasme demasiado. Pero lo he hecho antes y lo he superado, no me queda de otra que volver a pasar por ello, otra vez.

La cena no ha iniciado y todo es una mierda, el ambiente se ha cargado en muy poco tiempo.

«Necesito tomar aire fresco»

No, lo que en verdad necesito es volver a empacar mis maletas y regresar a Nueva York, el lugar donde me encontré a mi misma, la ciudad que en muy poco tiempo se convirtió en mi hogar, mi lugar seguro.

Alguna vez nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora