Capitulo 11: Alguien que solía conocer

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Thomas

Cierro de un portazo la puerta principal al ingresar a mi casa, me apoyo en esta, tras cerrarla, llevando ambas manos a mi rostro con frustración. Soy el vivo retrato de la desesperación, pues siento como el mundo se me está desmoronando nuevamente.

No me había sentido de esta forma desde que escuche por primera vez que Quinn se había marchado de Memphis. Paso exactamente el día de nuestra graduación, Quinn se fue sin mediar palabra y sin despedirse de mí. Escuché los rumores por parte de Jessica Shaw y no pude creerle, aunque sus palabras terminaron siendo ciertas, Quinn se había ido y cuando si quiera pensé en intentar alcanzarla ya era demasiado tarde.

—Soy un completo imbécil—murmuro por lo bajo.

Rememoro cada detalle de mi reencuentro con Quinn en la cafetería de Jack esta mañana, me aferro a los pequeños detalles, a los cambios, a su cabello ahora rubio, sus ojos marrones escudriñándome con extrañeza, su actitud recelosa, la forma en que retenía el impulso de darme un abrazo como lo hacía en los viejos tiempos, esa barrera que interpuso entre nosotros y la nostalgia flotaba en el ambiente.

Tampoco me pasó desapercibida la forma en que ahora me llama Thomas y no Tommy como siempre solía hacerlo y debo admitirlo, eso me mata por dentro.

«Supongo que me lo merezco»

El nombre de Tommy siempre vino de parte de Quinn, pues nunca le gustó llamarme por Tom, pues así es como llaman a mi padre sus amigos más cercanos, Thomas II, quien heredo su nombre de su padre y más adelante me lo heredo a mí. Quinn de pequeña siempre dijo que yo era muy distinto a ellos, por lo tanto, merecía un nombre más bonito, de ahí surgió el que me llamase Tommy, para diferenciarme de ellos, porque según sus palabras, pegaba más conmigo. Eventualmente el resto del mundo empezó a llamarme Tommy también, pero Quinn fue la primera.

«Y ahora es ella quien me llama Thomas...»

Supongo que ahora somos un par de desconocidos atados por los recuerdos...

—¿Tommy? —mi madre se acerca, tomándome por sorpresa, me enderezo rápidamente—. ¿Todo bien, cielo?

—Podría estar mejor, a decir verdad—sonrió cortésmente mientras sacudo el polvo imaginario de los pantalones.

No voy a mentir, me quede preocupado por Quinn, conociéndola como la conozco, (o como creo aun hacerlo) probablemente ha discutido con su madre por mi culpa, lo que me hace sentir bastante culpable, a decir verdad. Sus primeras horas de vuelta en casa y ya la he metido en problemas.

Mi madre sonríe complacida por mi respuesta y asiente.

—Vivian Lovelace nos ha invitado a una cena en su casa este viernes—informa, lo que me hace reír con amargura. 

Otra cena de viernes...

La primera vez que la madre de Quinn me invitó a una de las cenas de viernes fue dos semanas después de que Quinn se fuera de la ciudad, me encontré con Vivian en la calle y enseguida comprendí que ella sería la única persona en entender lo que estaba sintiendo pues ambos lucíamos verdaderamente devastados por su ausencia. Le pregunté por ella, obviamente, y no pude estar tranquilo hasta que me aseguró que estaba bien. Entonces, cuando menos me lo esperaba ya nos encontrábamos de vuelta en su casa, con una taza de chocolate caliente mientras hablábamos sobre Quinn, pues ese se convirtió en nuestro tema favorito y nuestro único consuelo.

Vivíamos de los recuerdos, de la nostalgia, de las fotografías cubiertas por el polvo, anhelando  regresar el tiempo atrás y volver a todo lo que era antes, aunque nada volviese a ser lo mismo.

Alguna vez nosotrosWhere stories live. Discover now