CAPÍTULO 8

10 5 2
                                    


Un estruendo hizo que me levantara de un salto. Karma y mi hermano habían vuelto y ella parecía encontrarse a medio camino entre la ira y la tristeza. Los gritos me perforaban el tímpano; casi sentía pena por Pain.

Me limité a escuchar la conversación para saber un poco más acerca de lo que había sucedido, pero más allá de los insultos, no encontré mucha más información.

—¿¡Quieres dejar de gritarme, humana maleducada!?¿CÓMO OSAS DIRIGIRTE A MÍ DE LA FORMA EN QUE LO ESTÁS HACIENDO?

Los ojos de Pain amenazaban con volverse aún más rojos que de costumbre. La sangre de sus venas comenzaba a tornarse de un tono incandescente; era un punto peligroso si continuaba enfureciéndose. Debía de intervenir antes de que todo saliera de control.

—Hermano, debes de calmarte...

—¡ESTOY HARTO DE ESTA NIÑA!¡RENIEGO, MALDITA SEA!

Lo tomé del brazo evitando así que se marchara. No iba a permitir que los miembros del Nihil tomaran cartas en el asunto y lo castigaran. Prefería que la ira de ellos recayera sobre mí. El trabajo de Pain siempre había sido impecable por lo que iba a seguir siendo así aunque yo misma tuviera que ser una barrera de contención entre ambos.

Quizás al ver la tristeza de mis ojos, aplacó su ira por miedo a hacerme daño. Le agradecí en silencio, soltándole lentamente y lanzándole una mirada a Karma para que no siguiera con sus gritos. Les indiqué con el dedo para que se sentaran y me contaran lo que había sucedido. Por el momento, una cierta calma pudo mediar entre ambos.

—Hemos descubierto unas cuantas verdades incómodas. Y parece ser que a algunas les ha dolido; como si los humanos no fueran unos traidores y mentirosos. Está en su propio ADN.

No éramos los más indicados para hablar del tema: yo misma me encontraba en un lugar que nadie sabía, cumpliendo una "condena" falsa gracias a mi hermano. Si supieran dónde me encontraba, mi hermano sería duramente castigado. Y esa era algo que no iba a permitir.

Ilusa de mí, creía que las puyas cesarían, pero cuando el mal humor de mi hermano salía a la luz, su semblante tranquilo se iba al garete, algo que para nosotros era sumamente peligroso. Mis ojos viajaron a una silenciosa Karma, que se encontraba cabizbaja y sin ganas de seguir la conversación. Debía de alejarlos a ambos antes de hablar acerca de su escapada.

Tomé del brazo a Pain y lo arrastré al exterior del dormitorio, pero ese gesto no lo aprobó en absoluto. Casi parecía a culpar a esa niña de la situación en la que se encontraba, cosa extraña en él pues ninguno de los humanos de los que él mismo se encargó, no les removió ni el más mínimo sentimiento, ni positivo ni negativo. Le daba exactamente igual cual sería el destino de cada uno de ellos, cosa diferente que le ocurría con Karma.

Esa animadversión era tan pasional que parecía ver a un chico de dieciséis años discutiendo con su mejor amiga más que el tétrico guardián de los infiernos. Quería sonreír, pero no era el momento para hacerlo pues Karma tenía miedo en aquel instante. Pero Pain estaba fuera de sí.

―No es momento de "dejar respirar" a la princesita. Está envuelta en un caso de asesinato y para nada hemos esclarecido ni un sólo ápice lo que pasó. Conforme más investigo más raro se vuelve todo, así que no tenemos tiempo de lamernos las heridas.

―Lo comprendo, pero debes entender que es una niña que ha tenido que descubrir demasiado en demasiado poco tiempo. Este mundo es totalmente diferente al suyo y tan sólo han pasado dos días desde que está con nosotros.

—¿Te recuerdo que esa niña no está de vacaciones? Tiene una misión que cumplir para poder recibir su castigo―contestó mirando una y otra vez al interior del dormitorio.

¿Qué hice yo para merecer este infernum?#LIBRO 1Where stories live. Discover now