CAPÍTULO 31

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―Siento mucho haberla importunado, no tenía idea de cómo caminar por aquí―le respondí avergonzada. Seguía mirándome como si yo me tratase del insecto más molesto que había tenido la mala suerte de toparse en el día. No tenía idea de como disculparme ante un ser tan egocéntrico como el que tenía delante.

―Las disculpas no siempre son suficientes, eso deberías saberlo con la edad.

―Lo comprendo y prometo devolverle lo que he roto, pero todavía no tengo idea de como funcionan las cosas aquí, por desgracia.

Con una leve sonrisa, se puso en pie alisándose su costosa ropa. Ahora parecía más entretenida que molesta, ¿Había dicho algo divertido sin saberlo?

Pero aquella criatura no me dio más explicaciones, comenzando a andar en dirección opuesta para perderse de mi vista. Por mucho que la llamase, no se giró ni una sola vez ni tampoco hizo algún gesto. Pensé en que quizás se había olvidado de la deuda y que, simplemente se había divertido a mi costa. Esperaba que fuera así porque no quería granjearme enemigos en un lugar como éste.

Giré sobre mis talones y continué la misma dirección que el Grifo, esperando que, en algún momento, pudiera encontrar algo más que andenes y paradas. Pero por mucho que caminaba, sólo me tropezaba ocasionalmente con ese magnífico dragón que se deslizaba por las vías al igual que un tren lo hacía en la Tierra. La conclusión a la que había llegado era: cuanto más tiempo pasaba en el Inframundo, más me sorprendía.

Llegué a una de tantas paradas que me tropecé en el camino, deteniéndome en seco para cavilar entre mis pensamientos. Estaba claro que nadie esperaba la venida del dragón sino más bien, llegaban a este lugar. Si eso era así, es que habría una ciudad o algo que atrajera masivamente a tantas y tantas criaturas. El caso es que creía cada vez que todo aquello era un espejismo cuyas palabras mágicas no tenía idea ni tampoco como funcionaba. Y no es que me hubiera tropezado a mucha gente mientras caminaba por esas aceras grises.

Eché un vistazo al asiento; no había carteles ni indicaciones hacia donde iba o venía ese curioso medio de transporte, al igual que los asientos eran prácticamente inexistentes. Por mucho que di vueltas alrededor, no encontré nada reseñable que me diera las pistas para saber qué hacer.

Pero un sonido conocido me hizo girar repentinamente: el dragón venía hacia aquí y había parado justo a mis espaldas, bajándose una mujer con rostro triste y un precioso vestido blanco. Su mirada se ensombreció todavía más cuando me vio en aquella parada. Me tomó de la muñeca y me alejó de la proximidad de las vías para encararme en una conversación extraña.

― ¡Los fantasmas como tú no deben de estar aquí! ¿Estás loca o es que no te enseñaron nada?

―No comprendo señora, sólo quise dar un paseo para familiarizarme con el lugar donde estoy.

Un grito exasperado salió de su boca, retirándome un poco más para quedarme oculta tras su halo azul brillante. Necesitaba respuestas que no me eran dadas o que me las daban con cuenta gotas. Aquello era agotador y sabía que estaba en mis límites. Quizás esa mujer vio en su mirada mi profunda pena, por lo que suavizó su semblante hasta que apareció una sonrisa triste en su boca.

―Siento haber sido descortés, pero eres un espectro sin sentencia y eso peligroso para alguien como tú. Si los miembros del Nihil se enteran que no te encuentras con Pain, montarían en cólera y, básicamente, perderías cualquier tipo de privilegio.

―No comprendo a los miembros de ese selecto grupo, ¿Es requisito indispensable ser cruel? ―pregunté mientras me acordaba de la enorme tristeza de Destina. La mujer me tomó de las manos intentando apaciguar mi frustración. Su cercanía me era extraña pero no era desagradable.

―Cielo, este lugar es diferente a la Tierra. Aquí las reglas se rigen por el poder de unos pocos y eso, es injusto y triste. Es nuestra realidad, la de aquellos que dejamos ese plano humano. Pero tienes la oportunidad de irte de aquí, así que consigue demostrar tu inocencia cuanto antes. Ninguno de los que caminamos por estos lares lo ha logrado, por eso somos poco más que almas en pena.

― ¿Y las criaturas extrañas que me he topado?¡Hasta encontré un Grifo!

Una leve risa salió de su boca mientras miraba en todas las direcciones. Me tomó de la muñeca para hacerme andar tras de sí, ¿A dónde me llevaba?

―No dispongo de demasiado tiempo para contarte todo, pero con respecto a lo que dices, muchas personas en su vida han cometido errores garrafales que les han hecho transformarse en diferentes tipos de seres mitológicos. Aunque no todos, algunos digamos...nacieron aquí.

Aquello me dejó fría; y pensar que todos esos libros fantásticos que devoraba por las noches antes de ir al instituto, tenían mucho de verdad. No pude evitar emocionarme y casi podía saltar de no ser porque aquella mujer parecía muy preocupada. Seguía tirando de mí sin darme explicaciones acerca de su celeridad.

Pero más temprano que tarde, pude saberlo; me había llevado a la puerta de la residencia de Pain. Aquello me decepcionó profundamente porque ella me había caído muy bien y parecía accesible a contarme cosas que me interesaban. Colocó uno de mis mechones fantasmales en mi oreja, sonriéndome una vez más antes de decirme:

―No debes de andar sola por aquí y, si Pain se entera, le dará un ataque. Cuídate querida, no dejes de luchar, no hagas como yo, por favor. Quiero que me lo prometas.

Asentí en silencio mientras miraba aquella mujer con los ojos cristalinos, casi llorosos. Con una reverencia, llamó a la puerta antes de dar varios pasos atrás. Cuando ella se giró para marcharse, supe que alguien había abierto la puerta.

Recé a todos los dioses pertenecientes a diferentes dinastías para que no se tratase del Cretino. Diría que había sido salvada por la campana, pero viendo el monstruoso aspecto de Masaru, el cual mantenía la rigidez de su postura, me provocó un nudo en el estómago. Hizo una seña para que entrase y que, así, la bronca no fuera escuchada por nadie más. La tormenta que me iba a caer la recordaría por toda la eternidad.

Me cedió el brazo para que lo agarrara y, aunque en ese momento le tenía pánico, no quería ser maleducada. Me llevó de nuevo a mi dormitorio en un completo silencio, dándome una botella de cristal con líquido transparente. Sabía lo que era así que no dudé en tomarlo.

―Comprendo sus ansias de caminar por el mundo, de descubrir aquello que aún no sabe, pero si no hubiera tenido la suerte de toparse con un amable fantasma como ha sido su caso, quizás los miembros del Nihil hubieran sabido que habías desobedecido las normas de permanecer cerca de Pain. Mi señor se juega mucho por usted así que tendría más cuidado la próxima vez. Por suerte, él aún no ha llegado, pero le pido que piense mejor lo que ha hecho hoy, por el bien de todos.

―Tiene razón, siento haber transgredido las reglas, pero...estoy cansada de todo esto―le dije con la voz ahogada. Di varios sorbos mientras que Masaru me observaba en el lindar de la puerta; estaba realmente molesto, sus ojos rojos saltaban chispas.

Pero su lado tierno y atengo le ganó, acercándose a mí para sentarse en el borde de la cama. Agradecía que no me hubiera dicho palabras más duras, no estaba en mi mejor momento.

―Comprendo tu pena, todos hemos pasado por ello. Pero debes aprender a esperar, a ser paciente para que llegue ese momento que ansías. Las normas aquí pueden llegar a ser muy estrictas y no quiero daños colaterales, espero que lo entiendas.

Masaru había dejado de hablar de forma más formal, casi como si yo fuera una persona cercana a él. Aquello me emocionó ligeramente y le agradecí que se hubiera preocupado por mí además de su silencio. Puso una de sus manos sobre la mía para insuflarme apoyo, algo que necesitaba.

―Todo irá bien, siempre las aguas vuelven a su cauce, incluso para los muertos.

Esperaba que tuviera razón, quería creer esas palabras. Ahora mismo, me encontraba en una dualidad extraña entre echar de menos a mis padres y desear pisar la tierra, y de descubrir el mundo que ahora podía considerar como mi hogar. Con el tiempo, comenzaba a ver con cariño estos lares, además de apreciar cada vez más a aquellos que me rodeaban. Si me dieran una oportunidad de volver, ¿Sería capaz de decir que sí?

¿Qué hice yo para merecer este infernum?#LIBRO 1Where stories live. Discover now