CAPÍTULO 36

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Una mano se posó sobre mi hombro para agitarme ligeramente y conseguir despertarme. Creía que era Masaru, pero el rostro angelical de Destina me dio los buenos días. Me sentía muy feliz de verla recuperada, sin esa extrema palidez y ojeras violáceas que quedaron tras el terrible desgaste que sufrió cuando trajimos un alma al Infernum. Y ella parecía relajarse ante mi presencia, como si necesitara verificar que aún me encontraba en buenas condiciones: quizás, temía que su hermano se hubiera pasado veinte pueblos en su ausencia.

―Tranquila, Pain no ha acabado conmigo. Soy más fuerte de lo que parece.

Aquello hizo que se riera de buena gana. Ahora que ambas estábamos solas, podíamos disfrutar de una conversación amena sin comentarios mordaces o hirientes de fondo. Y eso era perfecto para preguntarle acerca de las dudas que tenía sobre el Infernum.

Pero claro, como si se tratase de una película, Masaru nos interrumpió cuando la conversación se iba tornando interesante. Portando una bandeja, entró tras una ligera reverencia, depositándola sobre la mesita de noche.

―Disculpadme, pero la señorita Destina aún se encuentra con las fuerzas mermadas, así que debe de alimentarse con una dosis un poco más alta de lo habitual.

―Gracias por estar tan atento, Masaru―respondió abriendo el contenido de la botella y comenzando a beber. El color de su rostro mejoró aún más.

―No me olvido de ti, señorita Karma, debe de tomar también.

Acepté la botella que me ofrecía, pensando en lo que había sucedido en la noche cuando pude palpar el tacto del agua. Desde entonces, comenzaba a sentirme más viva y temía confirmar que aquello sólo era fruto de mi imaginación. Al observarme detenidamente, Destina puso una mano sobre la mía para preguntarme.

― ¿Qué te ocurre? Te veo un tanto callada y preocupada.

¿Era correcto confiarme a ella y saber más? Quizás lograba esclarecer aquel misterio que me reconcomía. Masaru supo que sobraba en esa conversación, por lo que se retiró con la cortesía que le caracterizaba. Resoplé buscando las palabras adecuadas.

―Ayer me pasó algo extraño y no sé si es cosa de mi cabeza o porque es verdad, que algo dentro de mí ha cambiado.

―Explícate por favor. Quizás pueda ayudarte.

Me puse en pie para dar varias vueltas mientras que Destina comenzaba a tensarse en su sitio. Si alguien de fuera observaba esa conversación y mi reacción, se pensaría que trataba de anunciarle un embarazo a mi madre, pero era algo...más sobrenatural que eso. Pensar en eso me hizo reír dentro de mi cabeza.

―Quiero saber si es posible que estando muerta pueda sentir ciertas cosas que podía sentir estando viva.

El rostro de Destina ahora mostraba una enorme sorpresa, ¿Acaso no era habitual? ¿qué podía significar?

―Necesito saber qué sientes exactamente. No es habitual tener sensaciones humanas, de hecho, no me he topado con ningún fantasma que sufriera de esa cuestión.

Le relaté el evento de la bañera, el cómo sentí el cambio de temperatura del agua y las sensaciones típicas de cuando te encuentras sumergido en el agua. Conforme más hablaba, más le cambiaba el rostro a mi querida compañera. Estaba claro que lo que me estaba sucediendo no era lo más habitual en este lugar. El caso es que cuando le pregunté por qué podía ser, ella se encogió de hombros.

―No puedo darte una respuesta porque es algo insólito; nunca en mi vida había conocido un caso como el tuyo.

― ¿Y Pain? ¿Puede que sepa algo más? ―le pregunté con cierta esperanza. Ella negó con la cabeza, dando al traste con la posibilidad de saber el porqué de lo que me había sucedido. Lo que era real como la vida misma, es que me sentía más humana que cuando vine por primera vez al Inframundo y, con cada día que pasaba en mi nuevo hogar, sentía más y más cosas humanas. Pero no era la única pregunta que me rondaba por la cabeza; deseaba saber las razones reales por las que no se me permitía salir de estas cuatro paredes.

¿Qué hice yo para merecer este infernum?#LIBRO 1Where stories live. Discover now