La vida de Natasha Romanoff siempre se ha concentrado en cuidar de su hermana Yelena Belova, no hay nada que le importe más en la vida que eso, ella jamás ha pensando en tener hijos, no los quiere ni los desea pero... Tal vez algo pueda cambiar su p...
Estaba tirada en el suelo de mi sala, observando el techo mientras la música sonadaba fuertemente, últimamente estoy cansada de todo, ¿Es normal sentirme así no? A veces cuando crees que la vida es algo realmente genial, te das cuenta que no, maldito Alexei que sigue molestando para querer vernos, lo odio y odio a todos en este momento, quisiera poder desaparecer y que nadie me encuentre más.
Escuché el sonido de mi celular y lo tome solo para ver dos llamadas perdidas de Wanda, cinco llamadas de Steve y mensajes de Kate, Yelena y de América, ¿No pueden dejarme en paz? Solo necesito un tiempo a solas, solo quiero... No se lo que quiero, maldita sea, cerré los ojos con fuerza queriendo apagar todos los pensamientos en mi cabeza, pero la maldita ansiedad hija de puta no me deja en paz, me levanté del suelo y caminé hacia mi mesita en la sala tomando una de las pastillas, solté un respiro y volví a recostarme, cerrando los ojos por unos segundos.
-Nataska-. Escuché una voz provocando que abriera los ojos de golpe solo para ver a Wanda a mi lado.
-Wanda... ¿Cómo entraste?-. Pregunté con el corazón acelerado, levantándome rápidamente, ¿En qué momento me había quedado dormida?.
-Tú me diste llaves para una emergencia-. Aseguró cruzandose de brazos y yo le di una sonrisita.
-Bueno, no hay ni una emergencia como puedes ver-. Le dije encogiendome de hombros.
-¿Ninguna emergencia? Vaya que no-. Aseguró señalando a mi alrededor y lo admito, tengo un cochinero, no he querido levantar las envolturas de mis comidas o de cualquier cosa, es un desastre.
-Si, ya... ¿Qué es lo que quieres?-. Le pregunté con voz fría notando cómo soltaba un suspiro.
-Todos estamos preocupados por ti y se que Yelena lo estaría aunque esté lejos en su luna de miel-. Dijo Wanda y yo rode los ojos, apretando mi mandíbula.
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-No creo que le importe mucho, solo tengo dos mensajes de ella durante semanas así que no le importó-. Le dije encogiendome de hombros de nuevo.
-¿Qué demonios pasa contigo? Durante cuatro semanas te has estado viniendo comportando de una manera extraña, tú... Ya no eres tú-. Aseguró Wanda señalándome y yo reí en voz baja.
-La gente cambia Wanda, superalo-. Le dije para alejarme y tomar una botella de jugo que tenía en el sofá.
-Las personas no cambian de un día para el otro de la nada, simplemente ya no te reconozco-. Dijo y yo giré para verla, su rostro mostraba preocupación.
-Tal vez nunca me conociste-. Le dije simplemente notando cómo tomaba un respiro para no enojarse.
-¿Es enserio Natasha? No eres nada a la mujer que conocí, a la mujer que me enamoró con sus locuras, lo que veo ahora es... Es una cascara de huevo que no me permite ayudarle, tus amigos, los niños y yo estamos preocupados por ti, has dejado de hacer todo lo que te gustaba... Ni siquiera pasas tiempo en el taller como solías hacer, a ti te gustaba arreglar autos, te has alejado de todos y te mantienes encerrada aquí, me mientes diciendo que estás en el taller, no quieres pasar tiempo conmigo o con los niños, así que no me digas que todo está bien por qué no es así, solo... Solo quiero ayudarte-. Murmuró Wanda con cansancio y soltando un suspiro.
