La vida de Natasha Romanoff siempre se ha concentrado en cuidar de su hermana Yelena Belova, no hay nada que le importe más en la vida que eso, ella jamás ha pensando en tener hijos, no los quiere ni los desea pero... Tal vez algo pueda cambiar su p...
-¿Estás lista?-. Preguntó Kate mientras me empujaba en la silla de ruedas.
-¿Es normal que mi corazón lata muy rápido?-. Le pregunté haciendo que se detuviera y se colocará enfrente de mi.
-Tal vez es un infarto, vieja ya estás-. Me dijo con una sonrisa burlona y yo reí.
-Quisieras, aún soy joven y sexy-. Le dije dándole un guiño y ella rodó los ojos.
-Oye Kate... Quiero volver a pedirte perdón por todo lo que dije, se que me has perdonado pero quiero que sepas que eres la mejor amiga que he podido tener, eres mi compañera en todo, mi secuas y te adoro, de verdad te amo y prometo ser mejor persona, de verdad que si, eres la mejor amiga que alguien pudiera tener y yo tengo la suerte de que seas la mía, gracias por... Cuidarme-. Expresé mostrándole todo mi amor con mis palabras.
-Oye... Siempre seré tu mejor amiga, en las buenas y en las malas hasta que una muera de vieja, no podemos morir antes, necesitamos casarte, total... Tú y Wanda ya están casi casadas, te adoro y sabes que siempre estaré aquí para ti como tú siempre lo has estado para mí, olvidemos esa tarde, ya pasó, está en el pasado y lo importante ahora es que estamos aquí, construyendo de nuevo lo que se cayó-. Declaró con una hermosa sonrisa que llegaba hasta sus ojos.
-Te amo idiota-. Afirmé para luego jalar su brazo derecho para abrazarla con todas mis fuerzas y todo mi amor.
-Yo también te amo tonta-. Dijo abrazándome de la misma manera.
-Ahora, es momento que entres con tu psicóloga, digo... Ya fuiste con el psiquiatra y te dio un medicamento para tú ansiedad, así que... Vamos matadora, ¡Tu puedes!-. Gritó Kate con ambas manos por encima de su cabeza haciendo que golpeara su estómago.
-Cállate, ahora vamos, empuja esclava-. Indiqué con una sonrisa burlona y ella me miró mal.
Kate tocó la puerta de madera que estaba enfrente de nosotras y cuando nos indicaron que podíamos pasar, ella abrió empujandome en mi silla de ruedas hasta colocarme enfrente de una mujer de cabello castaño, parecía alta pero vamos... Todas las personas con tacones se ven altas.
-Buenas tardes, mi nombre es María Hill y yo seré la psicóloga de Natasha Romanoff-. Aseguró con una sonrisa suave y mirándonos.
-Yo soy Kate, la cuñada y mejor amiga, esta es Natasha, nada más la vengo a dejar y la espero afuera, un gusto, ¡Adiós!-. Dijo Kate saludando con su mano derecha para luego alborotar mi cabello haciendo que la mirara mal para después marcharse.
-Muy bien, es un gusto conocerte, ¿Estás cómoda ahí o quieres que vayamos a los sofás? Dónde te sientas mas cómoda-. Me dijo y yo le sonreí un poco nerviosa.
-Aqui estaba bien-. Le dije sintiendo mi corazón latiendo demasiado rápido.
-Muy bien, Natasha Romanoff, tengo tu expediente y aquí ya tengo lo que él psiquiatra te mando pero... Quiero que me digas que está pasando contigo, estás en un lugar seguro y aquí no juzgamos a nadie-. Aseguró tomando asiento para mirar un expediente que tenía en su escritorio.
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