Jimin es un omega mimado que siempre obtiene lo que quiere. Amante del rosa, las fresas y alardear de cada uno de los lujos que sus padres le ofrecen sin inhibiciones.
No obstante, llega un día en el que con su familia tiene que acudir a un sitio do...
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Yoongi cumplió con su palabra. Había regresado temprano a casa, y lo primero que hizo al entrar fue saludar con un beso en la frente a su madre, ganándose una sonrisa por parte de ella.
—Hijo, avísale a Kook que el desayuno está listo —pidió Somi.
El alfa asintió; en silencio caminó hasta el cuarto del menor, y cuando estuvo frente a la puerta con dibujos pintados a mano no pudo evitar sonreír. Dio suaves golpecitos a la madera desgastada, esperando su permiso para entrar.
—¡Pasa hyung! —la voz enérgica del omega se escuchó de inmediato.
Yoongi abrió la puerta e ingresó a la habitación. El pequeño Jungkook se encontraba sentado en su cama, ya vestido para ir al colegio y con una sonrisa tierna dedicada a su hermano mayor.
—Ya está listo el desayuno —informó el mayor de ambos.
El omega extendió ambos brazos en silencio para que su hermano lo cargara. Yoongi lo sostuvo con delicadeza, afianzando el agarre una vez lo tuvo seguro entre sus brazos para poder llegar hasta la cocina donde la madre de ambos les esperaba.
Jungkook quedó sentado en la silla de ruedas y con ayuda de su madre se movió hasta la mesa donde los tres desayunarían en familia.
Mientras tanto, Yoongi estaba buscando la mochila de su hermano y el folleto que llevaría al centro médico para obtener más información acerca del programa de beneficiados del que le habían hablado el día de la brigada. Al alfa no le hacía mucha gracia visitar esa parte de la ciudad, pero a cómo estaban las cosas debía hacer el intento; el bienestar de su hermano era mucho más importante y valioso que su orgullo.
Con todo listo, él tomó su lugar en la mesa y ayudó a su madre a servir la comida. Minutos después estaban degustando de un desayuno sencillo con huevos y pan, el alfa ayudando a su hermano a tomar del zumo de naranja, mientras escuchaba atentamente lo que su madre hablaba de su nuevo emprendimiento.
El tiempo pasó tranquilo y formó un ambiente cálido a su alrededor. La omega sintiéndose feliz al ver a sus dos cachorros con ella, y sintiéndose orgullosa por lo que eran bajo toda esa coraza dura de bromas y demás.
—El desayuno estuvo delicioso, madre —dijo Jungkook, terminando su último bocado con satisfacción.
Somi le acarició el cabello con cariño. —Un día de estos te sorprenderé con una ensalada de frutas.
—La fruta es demasiado costosa, madre —intervino Yoongi, y luego de su billetera sacó un par de billetes—. Cómprala de aquí.
Ella negó con las manos. —Ya me ayudaste con lo del mes, Yoongi. Ese dinero es tuyo.
—Yo también quiero ensalada de frutas —dijo el alfa con una sonrisa ladina, y luego empujó suavemente el dinero sobre la mesa—. Acéptalo, madre.
