Jimin es un omega mimado que siempre obtiene lo que quiere. Amante del rosa, las fresas y alardear de cada uno de los lujos que sus padres le ofrecen sin inhibiciones.
No obstante, llega un día en el que con su familia tiene que acudir a un sitio do...
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El deseo que pidió a los dientes de león que recién conoció se multiplicó con creces.
Sentía que fácilmente podría volar de un momento a otro, los latidos de su corazón eran fuertes, capaces de viajar en el tiempo para encontrarse con el alfa que lo besaba las veces que fuera necesario.
Jimin suspiró tembloroso, por supuesto que ya había besado, pero las sensaciones que estaba sintiendo en ese momento eran completamente nuevas. Se sentía pequeño, frágil, pero también se sentía capaz de devorar el mundo entero si era necesario, seguro de sí mismo y completamente libre.
Los pequeños dedos acariciaron la larga cabellera naranja, se enrollaron en las hebras suaves mientras sentía como las manos del mayor le tocaban la cintura de forma delicada, atrayéndolo más a su cuerpo fuerte a medida que el beso se profundizaba.
Llegó un momento en el cual sus corazones lograron conectarse en un mismo latido, suave y parsimonioso que les llenó de tranquilidad. Yoongi lo sostenía con la delicadeza necesaria para hacerlo sentir valioso, mientras que Jimin brindaba caricias afectuosas que le demostraban al mayor todo aquello que merecía.
La culminación del beso llegó largos minutos después, poco a poco se fueron separando hasta que solamente quedó el roce de sus narices juntas. Pese a ello, no pensaban alejarse más, permaneciendo allí, abrazados y con los ojos cerrados.
Yoongi fue el primero en hablar.
—Podemos fingir que esto nunca pasó, o podemos repetirlo las veces que lo queramos.
Jimin sonrió. —Nunca podría fingir, no contigo.
El alfa abrió los ojos sólo para encontrarse con la mirada risueña del omega que fue capaz de acelerar su corazón por primera vez en su vida con tan sólo un beso.
—¿Entonces lo repetimos? —inquirió juguetón mientras le regalaba una sonrisa coqueta.
—Las veces que lo queramos —dijo el omega y en esa ocasión fue él quien besó a Yoongi.
El alfa fácilmente cayó por esos labios esponjosos que combinaban a la perfección con los suyos. Le dio todo el control al omega, permitiendo que decidiera el ritmo y la profundidad del beso, mientras que él solamente se dedicaba a responder con el mismo anhelo, al mismo tiempo que su mente se encargaba de guardar ese momento como un valioso recuerdo que utilizaría para darle felicidad a sus momentos de tormento.
Jimin le hacía sentir bien, y Yoongi quería hacer lo mismo por el omega.
El pelirosa terminó el beso con un adorable sonrojo en sus mejillas, se separó un poco y tomó un diente de león para ofrecérselo al mayor.
—Pide un deseo —pidió emocionado.
Yoongi lo miró directamente a los ojos, dibujó una sonrisa suave en sus labios y finalmente sopló la pequeña flor blanca que se deshizo entre ambos hasta perderse con el viento.
