Eddie Munson vive con su madre, tiene amigos y una relación que lucha por salir a flote. De la noche a la mañana una madre y su hija, Kit, llegan a vivir bajo su techo. Kit carga con un mal pasado familiar , su padre es un alcohólico y drogadicto...
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Faltaba tan sólo tres días para que Eddie volviera a Bloomington, y las cosas parecían ir bien, llevaba ya tres semanas en Hawkins, aquello era un buen descanso, y Kit odiaba pensar en el simple hecho de dejarlo, estaban en pleno verano, ya no era primavera, ya no habían flores, no había nada para poner en el pelo de Eddie recién trenzado, aquella era su temporada, la primavera, y el verano se sentía tan árido. ¿Con quién iría Kit a nadar al lago? ¿Con quién se suponía debía salir por el bosque a caminar? Eddie nuevamente se iba. Pensaba todas las noches en eso, y él le decía que todo estaría bien, pero sabía que las cosas no siempre salen como uno las planea. Kit de cierta forma se anticipaba para extrañar a Eddie, y se daba cuenta de cómo aquello no era sano del todo, y que posiblemente era el amor perfecto en el tiempo equivocado.
Kit sabía que no podía recriminarle nada, estaba en su derecho, así como ella tenía la libertad de irse a la universidad si es que quería, y lo haría, contra todo pronóstico. Eddie tenía la libertad de volar lejos, y regresar sin que nada cambie, pero ella no era un objeto inanimado, era un alma, que derrochaba vida. Ella igual podía volar si se lo proponía, y sabía que quizá Eddie había sido el barco que le ayudó a cruzar en la tempestad, más no su destino. Aunque ella se aferraba a la idea de que él era con quien quería compartir el resto de sus días.
Quizá eran demasiado jóvenes y el amor les llegó sin avisar, era demasiado para dos personas tan jóvenes. Kit hacía un año atrás no se imaginaba estar completamente enamorada de un chico, y probablemente era capaz de unirse a cualquier aventura para estar junto a Eddie, incluso a esas aventuras que daban miedo. Quería permanecer junto a él, pero Eddie iba y venía, era su momento de brillar. El de Kit aún no llegaba, pero de a poco su futuro comenzaba a tornarse brillante.
Kit estaba en su cama analizando aquello, incluso lloraba, porque su mente amaba sobrepensar todo. Harry entró con una bandeja de comida, Kit no había salido en todo el día de su cuarto. Tenía la idea en su mente , pensaba que quizá lo mejor era tomar una pausa de eso que tenían y que cada uno probara su propia suerte en la vida, pero no sabía cómo podría tomárselo Eddie, ella lo amaba realmente, pero ¿Qué sería de ella cuando se hallara sin su presencia? ¿Sólo llorar extrañándolo y pensando en él? No era justo que algo tan real se muriera porque sí, pero era evidente que las cosas cambiarían, Eddie se iría en unos días, y volvería en meses más, para volver e irse nuevamente. Kit pensaba que Eddie se merecía eso y más, pero también sabía que tenía el mismo derecho que Eddie, ella también quería volar. De seguro ni Eddie ni Kit experimentarían un amor tan puro como el que estaban viviendo, se amaban realmente, pero era un hecho de que quizá ese hilo dorado, podía entenderse y extenderse, pues ya habían pasado gran parte de lo peor, y quizás sólo se encontraron de camino a la sanación de Kit, quizás ese era el real propósito de Eddie en la vida de Kit, ayudarla a llegar a un lugar seguro, salvarla de una muerte inminente.
...
Eddie pasó a recogerla esa noche, el aire estaba tibio, las estrellas tenían un cielo casi sacado de una película. Kit se subió en silencio al auto del chico, Eddie sabía que algo pasaba, y que no era precisamente lo más bueno del mundo, sabía que Kit quería hablar, conocía sus ojos, sus movimientos, sus expresiones, era todo tan triste, y a la vez tan sereno.
