Eddie es un chico de buena familia y un malcriado, y Grace busca trabajo por motivos personales. Llega a trabajar donde los Munson, y cuando cree que su vida va normal, Eddie lo cambia todo.
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— Verte hoy ha sido lo mejor de la noche—Soltó Eddie, antes de despedirse de Grace.
— Nos vemos mañana— la chica soltó, lo miró a los ojos, él le sonreía— Ha sido una noche más que buena, lo mejor ha sido verte.
...
Grace se bajó del taxi, llegó antes de las 12 de la noche, cerró la puerta de su casa y apegó su espalda a la puerta, suspiró, estaba viviendo un cuento de hadas, cuando estaba junto a Eddie sentía que nada importaba tanto, sentía que ella podía simplemente permanecer junto a él, y nada malo podría pasar realmente.
Dejó las llaves sobre un mueble en la cocina, tomó un vaso de agua, su boca sabía a whiskey, no estaba ebria, pero estaba deslenguada, estaba sonriente y no hacía demasiado por disimular todo lo que sentía cuando estaba junto a Edward Munson. Puso a hervir agua, quería tomar un té, pensaba en Eddie y en cómo estaban en la arena, nunca otro hombre había posado sus manos en ella, y lo peor, es que nunca había sentido la necesidad de estar con otro chico, imaginando cómo es que ella podría sentirse al tenerlo completamente para ella.
—¿Dónde estabas?— su madre se despertó en medio de la noche, prendió las luces de la cocina, estaba en bata exigiendo los argumentos de su hija para llegar a esa hora.
— Te he dicho que con Elodie— soltó Grace, con un tono burlesco, evitaba soltar la verdad, evitaba decir que Eddie, el chico al que cuidaba, había tomado sus piernas desnudas y lo peor, es que ella quería que él levantara su falda, sin importarle realmente las consecuencias de eso.
— ¿En serio es Elodie?— su madre le preguntaba con los brazos cruzados. Grace la miró sin comprender a qué quería llegar su propia madre, evitaba el contacto visual, cosa que la delataba por completo.
— Pues sí—soltó mientras echaba agua a su tazón, veía como el té pigmentaba el agua, era casi terapéutico.
— A mí nadie me saca de la cabeza que no es Elodie, es Eddie, ese chico Munson al cual cuidas—su madre le hablaba, y era un tono extraño, entre advertencia, entre preocupación.
—¿A qué quieres ir con esto?— la chica miró a su madre, inexpresiva, aunque su corazón latía rápido.
— Lo sabes perfectamente, pero sé que en algo andas con ese chico y que esas salidas nocturnas y el que llegues tarde a casa, tienen nombre y apellido— la mujer la miraba con severidad y Grace sólo atinaba a respirar de manera agitada, su madre la conocía como la palma de su mano, ella conocía a Grace tan bien, que podía adivinar incluso cómo se sentía con tan sólo ver la expresión en sus ojos.
— No sé de donde te inventas esas estupideces— la chica soltó, aquello fue atrevido, el whiskey le hacía hablar de manera deslenguada, sin importar el mostrar ese comportamiento hostil que sólo afloraba con el etanol en sus venas.
