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Magaelle iba montando a Azeroth sobre poniente cuando Caraxes se elevó por los aires tomando la ventaja, la rubia juró visualizar la sonrisa triunfal de su padre antes de desaparecer nuevamente

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Magaelle iba montando a Azeroth sobre poniente cuando Caraxes se elevó por los aires tomando la ventaja, la rubia juró visualizar la sonrisa triunfal de su padre antes de desaparecer nuevamente.
Azeroth descendió en el aire acortando camino, sabía que Caraxes tenía la ventaja pero Magaelle no se iba a permitir el no dar pelea.

Ambos dragones rodearon el reino llamando la atención de la plebe, las personas se abarrotaban por salir de sus casas a observar a las grandes bestias sobrevolar la ciudad.

Pero fue finalmente el dragón bermejo quien posó sus patas en el campanario dando por acabada aquella carrera, la última que Daemon y Magaelle tendrían durante un largo tiempo.
O tal vez hasta sería la última.

—Azeroth es grande, ágil y todo lo que tú quieras, pero me siento feliz de que no supere a mi dragón en las carreras —Sonríe de forma triunfal cuando los pies de su hija tocan el suelo —Comenzaba a pensar que Caraxes estaba volviéndose viejo.

—Azeroth aprende todo lo que sabe de Caraxes —Admite agitada acercándose al príncipe canalla.

—Así es —Suspira y observa a su dragón —Pero no falta demasiado para que se doblegue completamente ante Azeroth —Gira su cuello en dirección a Magaelle —Así tiene que suceder —Inhala con resignación, la rubia puede notar matices de nostalgia, pero Daemon no se permitirá mostrarse triste —Así como nos sucederá a nosotros —Aunque tenga el corazón roto.

—Eso no es cierto, siempre tendré algo para aprender de ti.

—Magaelle —Su tono es altivo, apoya ambas manos sobre los hombros de la joven para mirarle fijamente a los ojos —En estos últimos años siento que yo aprendí más de ti de lo que tú aprendiste de mi —Confiesa con sinceridad —Te voy a extrañar.

—Nos vamos a ver pronto —La adolescente siente como un nudo se arma en su garganta.

Jamás había podido contemplar a Daemon de ese modo, siquiera después de la muerte de Laena Velaryon.

El rubio entrecerró los ojos:
—Pero cuando nos veamos de nuevo ya no serás mi pequeña princesa —Inhala —Estarás en tu boda... Y ya no seré el hombre más importante en tu vida —Con un brazo rodea a su pequeña, esas palabras llegan al alma de Magaelle quien tiene que hacer un esfuerzo por buscar fortaleza interior.

—Siempre vas a serlo —Asegura con un hilo de voz viendo como su familia iba acercándose al puerto.
Ya todos estaban listos para irse.

Alicent y Rhaenyra comparten palabras mientras que los pares de primos se despiden entre sí, es Aemond quien se acerca a ellos primero.

—Serás el primero en perder la cabeza si algo le sucede a mi hija —La mirada del príncipe canalla es dura, pero efectiva.

—Magaelle no sufrirá ni un rasguño —Planta una mano en su pecho —Lo juro por el nombre de mi madre.

Princesa Bastarda [Aemond Targaryen] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora