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Los ojos violetas de la joven se abren de par en par en medio de un mal sueño, está empapada en sudor y jadea como si no hubiese sido capaz de respirar en varios minutos

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Los ojos violetas de la joven se abren de par en par en medio de un mal sueño, está empapada en sudor y jadea como si no hubiese sido capaz de respirar en varios minutos.
El corazón le latía tan fuerte que sintió que saltaría de su pecho. También temblaba, no podía dejar de temblar.

Los vientos feroces abarrotaban contra su ventana mientras llovía a cántaros.

A causa de la oscuridad producida por el temporal apenas pudo ver a donde se dirigía cuando salió de la cama.
A tientas llego hasta la puerta de sus aposentos y desorientada comenzó a caminar, algo le sabía terriblemente mal.
Un trueno resonó en todo el castillo en el momento exacto en el que las rodillas de Magaelle se doblaban a causa de una contracción. Sintió un líquido espeso resbalarse por sus piernas pero no le dio atención y siguió caminando por los pasillos oscuros y desiertos.
Algo andaba mal, debía ir a por Azeroth.

Un rastro de sangre se extiende por detrás de la joven dejando un interminable rastro que ayuda a Helaena a encontrarle con rapidez, eso y los constantes jadeos que la joven lanza sin poder evitarlo.

— ¡Magaelle! —Chilla en cuanto le ve y se apresura a alcanzarle más la joven no se detiene —Tienes que volver a la cama, ya vas a dar a luz.

—T-tengo que ir a por A-Azeroth —Tartamudea, siente que el mundo gira a su alrededor, apenas puede ponerse de pie cuando su prima intenta recargarle sobre ella.

—Eso no es importante ahora —Insiste mientras intenta que la joven le mire a los ojos.

—Si lo es —Solloza —Tengo que buscar a Azeroth y asegurarme de que Aemond esté bien —Traga saliva y sus ojos se encuentran con los de Helaena quien le mira fijamente.

Aunque Helaena entiende la aflicción de su prima, no puede dejar que siga caminando en aquellas condiciones ya que las cosas tienen que suceder de ese modo. Magaelle no puede perder a su bebe esa noche.

—Azeroth no está en el Castillo —La voz de Alicent suena estridente lo cual le hace alzar el rostro —Aemond le llevo con el a Bastión de tormentas, pensó que así sería más fácil persuadir a lord Baratheon.

Aquello es como un balde de agua fría... No... Aemond no puede haberse llevado a su dragon. El no podría simplemente hacer algo así, se negaba.

—Aemond jamás sacaría de aquí a Azeroth sin mi permiso —Contraataca costosamente, la reina viuda parece indiferente.

—Es una pena que no te haya consultado —Se encoge de hombros mientras enreda uno de sus brazos con el de Magaelle para proporcionarle más apoyo, Helaena le imita —Ahora no te preocupes por eso y vuelve a la cama, llamaré a los maestres —Indica —Es probable que vayas a dar a luz pronto —La castaña mira hacia el suelo cuyo charco de fluidos se hace cada vez más notable.

De pronto el llanto de Magaelle se hace más notable.
Le duele todo el cuerpo, se siente afiebrada y no está segura de que sea por el hecho de dar a luz.

—No puedo hacerlo —Colapsa.

Alicent suspira.
—Eres una mujer —Le mira fijamente —Naciste para esto.

Los guardias le cargan y le llevan a su habitación aunque Magaelle llora y grita de dolor, la sangre no ha dejado de fluir y los malos augurios le persiguen incluso manteniendo los ojos abiertos.
Aemond había cometido un grave error al alejar a Azeroth de Magaelle.

—Tengo miedo —Helaena le toma la mano mientras intenta que Magaelle normalice su respiración.

—Aemond volverá a casa pronto —Asegura incluso más convencida que nunca. Magaelle le cree ya, es la única que ha prestado atención a las premoniciones que Helaena susurra en voz baja. Sabe que su prima es una soñadora, aunque a veces a las personas no les apetece escuchar lo que alguien como ella tiene para decir.

— ¿Lo prometes?

—Lo prometo.

Una nueva contracción azota el cuerpo de la joven mientras que, no muy lejos de allí, entre las nubes tormentosas sobrevuelan tres dragones.
Arrax, el dragón de Lucerys, va delante, aletea lo mas rápido que sus alar le dejan intentando huir de su tío Aemond quien va acompañado por dos bestias, monta a Vhagar y a su lado va Azeroth, el dragon de Magaelle.

El platinado sobrevuela los riscos mientras sonríe de forma cínica ante el desespero de Luke por huir, él no pretende hacerle daño, pero si asustarle y divertirse un rato, después de todo sigue siendo un adolescente... Y era cosa típica de adolescentes molestar a los niños.

Pero Aemond no puede preveer que Arrax arremeterá contra Azeroth lanzándole una bola de fuego que incrustaría directamente en su rostro, y el dragón de escamas naranjas, quien ya venía dando problemas al rubio, se alejó del trayecto original comenzando el mismo a perseguir al niño con una velocidad que Vhagar no podía alcanzar.

Ni los gritos de Aemond en alto valirio ni la tormenta pudieron detener a Azeroth quien no se detendrá sin su jinete.

Vhagar logra imponer una barrera contra el dragón quien se la encuentra de frente.
Más nuevamente comienza a trazar un camino diferente, Aemond le observa de cerca más decide levantar vuelo encontrándose con su sobrino por sobre las nubes.
Ambos se miran por un momento, Aemond nota como Lucerys tiembla de miedo y frío. Tiene que admitir que le tranquiliza haber perdido de vista a Azeroth puesto que no sabía si sería capaz de frenarle.

O eso creyó.

El dragón sin jinete, de un tamaño similar al del gran Vermithor, se alzó sobre las nubes y se precipitó sobre Luke quien no fue capaz de reaccionar y terminó siendo devorado por mismísimo Azeroth.

Aemond jamas podría olvidar como los ojos del joven Velaryion le miraban aterrorizado antes de que la boca del dragón de escamas naranjas lo hiciera pedazos de una mordida.

Mientras que un príncipe acababa de perder la vida, en poniente un nuevo primogénito comenzaba a dar sus primeros alientos.
Belaerys Targaryen berreaba tan estridentemente que muchos aseguraron que todo el castillo podía oírle mientras su madre intentaba recobrar el aliento.
Una pelusa blanca le cubría la cabeza, y para sorpresa de todos, sus ojos eran de un color extraordinario, tenía el ojo izquierdo de color celeste como el de Aemond, y el ojo derecho tan violeta como los ojos de Magaelle.
Era un varón de gran tamaño y con sus manos pequeñas se aferraba a los objetos con mucha fuerza.

Helaena lo comprobó apenas le vio, la sangre más pura del dragón corría por sus venas, la misma que haría que los dragones cayesen a sus pies.

Helaena lo comprobó apenas le vio, la sangre más pura del dragón corría por sus venas, la misma que haría que los dragones cayesen a sus pies

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Buenos diiiiias

Llevaba tiempo ya queriendo publicar este capítulo diosssss.

Me gusta el giro de trama que se me ocurrió, (Spoiler libro) en el libro Aemond intencionalmente, en la serie hacen que sea un accidente, en mi novela él es culpable de llevarse un dragón que creía que conocía y controlaba  pero en realidad estaba muy lejos de ello.
Eso sin dudas le ha bajado los humos y más que evidente que le dio una lección.

Cuéntenme que les parecio ✨

GRACIAS POR LOS 30K DE VERDAD ES QUE NO PUEDO CON TANTO.

Los amo ❤️.

Princesa Bastarda [Aemond Targaryen] Where stories live. Discover now