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En Rocadragon un constipado Daemon no había podido dejar de leer las cartas de su hija menor desde que estas comenzaron a llegar en las patas de cuervos no identificados

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En Rocadragon un constipado Daemon no había podido dejar de leer las cartas de su hija menor desde que estas comenzaron a llegar en las patas de cuervos no identificados.
Él mismo se encargaba de manipular los escritos, ciertas veces también Rhaenyra pero era bastante difícil que Daemon soltase los papeles, algunos hasta aseguraban que los guardaba como si fueran tesoros.

— ¿Alguna nueva misiva? —Preguntó con delicadeza la princesa heredera mientras el rubio se encuentra releyendo por décima vez la última carta que recibió en la mañana.

—Más de lo mismo —Gruñe, cada vez le agrada menos en contenido de cada carta —Tenías razón —Afirma y vuelve a enrollar el papel tal cual lo había recibido —Magaelle está encinta del primogénito de Aemond.

Al oír aquello la mujer apoya suavemente la mano sobre el hombro de Daemon quien no parece a gusto con la situación.
Rhaneyra no recuerda cuál fue la última noche en la que el príncipe canalla concilió el sueño, no era la falta de su hija lo que le tenía inquieto, era el constante miedo a perderle.

—Es su principal deber como princesa —Reconoce aunque sabe que aquellas palabras no suavizaran lo que Daemon lleva sintiendo desde hace meses —Y así y todo arriesga su día cada día para enviarnos las novedades.

Con los brazos rodea el cuello del rubio aunque este poco se inmuta.

—Cuando dije que sabía que Magaelle estaba destinada a grandes cosas no me refería a esto —Niega con su cabeza y guarda el papel bajo su capa.

— ¿Subestimas lo que tu hija está haciendo por nosotros? —La princesa frunce el ceño —Liberó a Rhaenys frente a sus narices Daemon —Le recuerda —¿Sabes lo que podrían haberle hecho si lo hubiesen descubierto? —Pregunta con dureza —Magaelle está haciendo por mi reinado mucho más de lo que muchos de aquí harían —Reconoce —Magaelle no agachara la cabeza si eso es lo que temes.

Ahora quien luce indignada es la mismísima princesa heredera, que Daemon no deposite ni una pizca de confianza en la hija que el mismo crió le hace sentir despechada. No estaba viendo con claridad la clase de mujer que había educado, no estaba reconociendo sus méritos.

—Temo que algo le suceda —Admitió por fin después de varios segundos en silencio con la mirada perdida —Deberíamos haberle sometido a contraer matrimonio con Lucerys —Gruñe, su esposa vuelve a mirarle con los ojos entrecerrados.

— ¿Y mantenerle encerrada de por vida entre cuatro paredes? —Pregunta con seriedad —Ella está haciendo lo que tiene que hacer para mantenernos a salvo —Recapitula mientras le sigue por la habitación —Magaelle sabía lo que hacía Daemon —Manifiesta —Tu hija era la única con el valor suficiente como para enfrentarse al nido de serpientes ella sola y lo sabes.

—No podrá jugar a la espía toda su vida.

—Lo hace mejor que nadie —Reconoce —Tú mismo le criaste para esto.

Princesa Bastarda [Aemond Targaryen] Where stories live. Discover now