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Las puertas se abren de par en par y Daemon divisa la figura figura de su hija avanzando a través del corredor, tiene que pestañear un par de veces para dar por sentado que realmente se encuentra allí y no es otra más de sus ilusiones

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Las puertas se abren de par en par y Daemon divisa la figura figura de su hija avanzando a través del corredor, tiene que pestañear un par de veces para dar por sentado que realmente se encuentra allí y no es otra más de sus ilusiones. Recuerda haber visto a Magaelle en sueños muchas veces, pero sin duda no se comparaba con la realidad, especialmente por qué en sus sueños quien volvía a sus brazos era la pequeña que había dejado en Desembarco del Rey años atrás y aquella era una mujer que avanzaba a paso firme acompañada por su hijo.

—Magaelle... —Susurra pasmado mientras se acerca a la rubia quien le observa de forma estridente.

—Daemon.

Los guardias alzan sus armas de modo en el que bloquean el paso de la joven, más el príncipe canalla, con una seña de manos, ordena que deshagan el bloqueo.

—No le toquen —Decreta —Ven, acércate —Él extiende un brazo.

Los ojos de la rubia, al igual que los de su padre, se ponen acuosos cuando Daemon posa su mano sobre la mejilla de su hija.
Al pestañear, Magaelle siente cómo las lágrimas se desbordan de su rostro, está agotada.

Rhaenyra les observa en silencio sin querer entrometerse en aquel encuentro.

—Sabes que no puedo dejarte en libertad —Susurra el hombre.

Magaelle traga saliva e inhala hondo antes de responder: —Asumí los riesgos —Sus ojos se encuentran una vez más con los de su padre, ya no son color violeta brillante como Daemon recordaba, ahora el color se había oscurecido y se parecía más a la mirada de un dragón más que la de un humano —Solo... Deja que me reúna con mis niños... Al menos una última vez.

Daemon posa su mirada en el que asumía era su nieto.
—No tengas miedo pequeño.

Luceryon se infla el pecho con aire y da un paso al frente con los ojos entrecerrados.
—Tres dragones intentaron asesinarme y acabé con ellos, tu no me das miedo —Su cabeza se inclina para observar a Daemon.

Rhaenyra no puede evitar sentir diversión por aquel comentario viniendo de alguien tan pequeño, no había duda alguna de que aquel niño tenía la sangre de Daemon Targaryen en sus venas. Aunque ciertamente lucia como Aemond en miniatura.

—Tienes un niño muy valiente —Le dice observando a Magaelle, pero es su propio nieto el que contesta.

—Luceryon, no niño.

Rhaenyra parpadea varias veces y aquello logra ablandar su corazón, pese a que sabia el hecho de que Magaelle había tenido más hijos, no sabía con exactitud sus nombres. Por ello se había visto conmovida al oír la variante que ella había creado para ponerle a su hijo por nombre en honor al suyo.

— ¿Luke? —Daemon le pregunta al niño aunque vuelve su mirada a Magaelle durante algunos segundos.

—No —Afirma él jovencito —Luceryon, el matadragones.

—Lo se —El hombre ríe levemente.

— ¿Entonces, si ya lo sabes, para que preguntas? —Luceryon se encoge de hombros.

Daemon no puede evitar volver a mirar a su hija, su mirada fiera vaga por sus recuerdos repasando el momento en el que su propia hija había utilizado esas mismas palabras contra él.

—Por ahora quedarás recluida en tu fortaleza —Indica la voz de la mujer a sus espaldas cortando con el tenso momento  Tu, tus niños y tus dragones —La mujer se acerca a ella lentamente —Si intentas escapar, para lo que sea, no tendré consideración con ninguno de ustedes —Advierte —Seré benevolente por el aprecio que te tengo Magaelle.

—Gracias majestad.

[...]

Magaelle y Luceryon sobrevuelan los cielos a lomos de Azeroth mientras que Daemon les sigue de cerca junto a Caraxes hasta llegar a su fortaleza en Aguasmil donde sus hijas son las primeras en correr a su encuentro.
Aunque las niñas estaban distraídas con la presencia de su madre, no dejaban de observar de reojo a Daemon quien se sentía algo intimidado por tantas mujeres en una misma habitación, es decir, no eran solo mujeres, eran sus nietas, y ninguna le recordaba específicamente a Magaelle, ninguna era particularmente delgada o tenía los ojos violetas como su hija.
Todos sus nietos llevaban el color azul de los ojos de Aemond Targaryen.

—No muerden —Aforma Magaelle mientras toma en brazos a Rhaenerys mientras que Jaehaera y Luceryon permanecían de pie junto a ella.

Daemon se acuclilla en el suelo y extiende una mano en dirección a una de ellas.

—Será mejor que te des un baño antes, apestas a Dragón —Daemon sonríe ante el comentario asqueado de Eraenys.

Una lágrima se desplaza por su mejilla y su corazón termina de romperse por completo.
Sabe que no sirve de nada, pero está completamente arrepentido por hacerse con la sangre del primogénito de su hija y le duele en el pecho el haber pasado tantos años lejos de ella.
No conoce a sus nietos pero con solo haberles visto una vez siente el amor que les tiene a cada uno, no serán su hija pero puede ver su sangre en cada uno de ellos.

En lugar de Eraenys, quien toma la mano de Daemon sin miedo es la joven Vhaelyra.

— ¿Rhaenerys?
Pregunta si abuelo.

—Vhaelyra señor —Responde la niña con su mirada altiva.

Vhaelyra, es de las hijas de Aemond, la que más apegada a su padre está. A la jovencita le encanta tener los ojos de su padre encima, y su aprobación, en todo momento, además de saber que puede obtener lo que quiere con solo mirarle una vez a los ojos, en parte es por qué Aemond jamás le ha negado nada.
Y ese sujeto se parece a su padre.

— ¿Sabes quien soy?

— ¿Vicerys Targaryen? —Pregunta irónica, el humor de Vhaelyra a su tan corta edad hacen que Daemon casi estalle en risas.

—Soy tu abuelo, no Vicerys, Daemon.

— ¿Daemon? —Susurra —Entonces eres el protagonista de las historias de mamá —Afirma —El príncipe canalla del lecho de pulgas —Asegura —Pensaba que eras solo un personaje de sus cuentos.

Daemon sonríe divertido.
—Así es princesita, ese soy yo —Daemon se pone de pie y procede a observar a su hija quien permanece seria —Tienes unos niños encantadores Magaelle —Admite —Me recuerdan mucho a ti.

—Es una lástima que no te hayas dado el lujo de conocer a Belaerys —Sonríe amarga —Estoy segura de que te hubiese agradado mucho.

—Es una lástima que no te hayas dado el lujo de conocer a Belaerys —Sonríe amarga —Estoy segura de que te hubiese agradado mucho

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ALTO CAPÍTULO,
Nada mas que decir.

Quería mucho que leyeran esto, es simplemente arte, o tengo nada que acotar y creo que se explicar too por si solo.

Disfrútenlo ✨ y no olviden pasar por mi otra novela Sunflower y por el TikTok!
Los amo.

Princesa Bastarda [Aemond Targaryen] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora