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Daemon no se había tomado el lujo de dormir aquella noche, estaba nervioso como nunca antes lo había estado

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Daemon no se había tomado el lujo de dormir aquella noche, estaba nervioso como nunca antes lo había estado.
Mientras liberaba a Caraxes de sus cadenas repasaba en su cabeza la decisión que había tomado, él no quería piedad para los traidores ya que conocía a su sangre, sabía que dejar con vida a los príncipes acarrearía, más adelante, sus consecuencias.

Fue el sonido de la voz de su hija en las penumbras la que le sacó de sus pensamientos.

—No lo hagas —Susurro suplicante.
El rubio se volvió hacia ella con los ojos entrecerrados.

—Sabes que tiene que ser de este modo —Murmura y pese a la oscuridad puede ver que sus ojos brillan a causa de las lágrimas.

—No tienes por que hacer más daño a mi familia —Magaelle rompe en llanto mientras Daemon traga saliva, le hubiese gustado que las cosas fuesen diferente.

—Si eso es lo que quieres vuelve adentro, cásate con Jace y críen juntos a tus niños y a sus herederos —Toma una bocanada de aire mientras sus manos se apoyan sobre sus hombros —De esa forma mantendrás segura a tu familia.

—Aemond es mi familia.
Las lágrimas de la rubia se desbordan de sus ojos y su voz se quiebra en un intento por hablar.

—Dejarles con vida es darle de comer a los cuervos —Enfatiza —Da por pérdida esa batalla.

—Aemond no quiere el trono.

—Pero está sediento de sangre ahora —Gruñe.

— ¡Por que tú mataste a su hijo! —Chilla con la voz congestionada —Tu mataste a mi hijo.

—Y todas las noches me arrepiento de aquello —Traga saliva y acaricia su rostro con delicadeza —Pero así como te amo a ti, también amo a Rhaneyra, y mi lealtad es para con ella —Decreta —Haré lo que considere mejor para su reinado —Con un chasquido de dedos hace que sus guardias se acerquen —Confinenle en sus aposentos, no dejen que salga hasta mi regreso.

Un chillido estridente sale de la garganta de la joven en cuanto los hombres le sujetaron las muñecas.
— ¡No! —Grita — ¡SUÉLTAME! ¡NO HAGAS ESTO! —Sus gritos desgarradores arañan el corazón del príncipe canalla quien cree estar haciendo lo mejor por su hija.

Magaelle grita y patalea pero ni eso hace que le suelten, termina por rendirse cuando ellos le encierran en su cámara por qué sabe que ni aunque golpee la puerta lograra abrirla.
Más su esperanza recobra vida cuando oye el picaporte ser forzado, luego de varios intentos la puerta se abre dejando ver la silueta de Luceryon de pie tras ella.

—No tienes mucho tiempo —Admite —Baela y Rhaena están intentando distraer a los guardias pero no pasará mucho hasta que se den cuenta.

— ¿Baela y Rhaena? —Pregunta incrédula.

—¡Si! Fue de Jaehaera la idea —Dice tironeando de su brazo.

A Magaelle le cuesta comprender como aquellos pequeños idearon ese plan maestro para sacarle de allí con tanta astucia, mas no se detiene a pensarlo demasiado puesto que Luceryon tiene razón.

Princesa Bastarda [Aemond Targaryen] Where stories live. Discover now