Princesa Bastarda [Aemond Targaryen]

16

El día de la coronación de Aegon llega más rápido de lo que todos esperan, para ese entonces el vientre de Magaelle sigue siendo plano y es fácil de ocultar bajo una capa.
Ese día las personas abundan en el castillo por lo que le es fácil escabullirse entre los pasillos sin que le pongan demasiada atención, después de todo es un día conmemorativo, nadie pondría los ojos en una "criada encapuchada".

Eso le permitió llevar hasta los aposentos de Rhaenys sin que nadie hubiese sospechado.

—Es hora Princesa —Anuncia mientras deja sobre su cama una capa negra idéntica a la que ella llevaba puesta, Rhaenys se encontraba mirando nostálgica por la única ventana que no habían sellado —Ser Erryk distraerá a los guardias de la fosa mientras usted huye con Meleys —Indica y se acerca a la mujer quien le miraba con atención —Esto es para mi padre.

De su túnica saca un papel enrollado.

—Me encargare de que lo reciba —La reina que nunca fue proporciona una mueca lo más parecido a una sonrisa que puede lograr mientras toma la misiva.

—Tengo que irme, la celebración está por comenzar.

—Ten mucho cuidado —Sugiere, al observar a Magaelle de pies a cabeza se le escapa una sonrisa un poco más ancha puesto que la princesa bastarda va vestida de negro portando joyas rojas que identifican su casa —Así es... Ten la frente en alto.

La mujer le obliga a enderezar su cabeza poniendo una mano bajo su mentón. La adolescente inhala llenándose de valor.

—Buen viaje princesa Rhaenis.

Ambas se despiden con el deseo de, algún día, volver a verse con vida.
Apenas le es posible la princesa bastarda se despoja de su camuflaje y corre, literalmente, por los pasillos hasta llegar a tiempo para alcanzar el carruaje en el que iba su esposo quien se abstuvo de preguntar dónde estaba.

A Aemond le pareció vigorizante que Magaelle vistiese de negro en aquella ocasión, es decir, cada uno podía lucir el color que más le apeteciese pero su esposa estaba exponiendo su seguridad para dejar en claros los ideales a los que le era fiel.

La reina consorte, Alicent Hightower, fue la primera en juzgarle con la mirada cuando la pareja arribó en el pedestal, más Aemond le refugio detrás suyo regalándole a su madre una leve sonrisa descarada.
La mujer tiene que reconocer que le agrada la audacia que Magaelle tiene, es casi como tuviese de frente a Daemo Targaryen, su primer y único amor.

La ceremonia comienza y no mucho después Aegon Targaryen, segundo de su nombre, es coronado rey.
A Magaelle le cuesta horrores pero termina por inclinar la cabeza en dirección a su nuevo rey.

"Es por un buen mayor"
Se repetía a si misma en su mente, ella era inteligente y el menear la cabeza no cambiaba su lealtad, solo era figurativo. En especial por qué vestía de negro.

Aquello su esposo lo sabe, lo admira y lo respeta, él no podría haber hecho lo mismo.
Aemond cree fielmente que las lealtades de cada uno no quita la pasión y el amor que ambos cargan por el otro.