Cap. 10

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La tarea de abordar a mi tía no resulta sencilla

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La tarea de abordar a mi tía no resulta sencilla. Sobre todo porque lleva la mayor parte del día durmiendo después del largo turno de noche. Realmente parecemos compañeras de piso más que familia, ya que a veces, lo único que hacemos es cruzarnos por el salón.

Regreso de hacer unas compras, pues en la nevera apenas quedaba un cartón de leche y cuatro frutas con moho, y la encuentro sentada a la isla de la cocina tomando un café. Son las siete de la tarde y parece que está desayunando. Vaya tela.

—Buenos días, cielo —me dice antes de soltar un sonoro bostezo.

Apoyo las bolsas en la encimera, antes de girarme hacia ella.

—¿Buenos días? Sabes la hora que es, ¿no? —por un momento me he sentido como una madre regañando a su hija porque se acaba de levantar después de una noche de juerga.

—Sí, claro. Es que ayer fue una noche muy larga.

—¿Y eso? ¿Tenéis alguna novedad?

Sandra se levanta de un salto y se acerca a las bolsas, husmeando en su interior.

—¡Qué bien que hayas hecho la compra! —suelta, cambiando de tema—. Lo siento, soy un poco desastre con estas cosas, por eso tantas veces pido comida a domicilio.

Sé que lo ha hecho a propósito para no contarme nada, pero pienso buscar mi oportunidad. Comienzo a sacar las cosas y a ordenarlas.

—Tú tranquila, ya me encargo yo. En casa estaba acostumbrada a ello.

—Ya... bueno, creo que me voy a dar una larga ducha para ver si así termino de espabilarme. ¿Tienes planes? Porque si no podemos cenar juntas viendo una peli o algo.

Por suerte, no he quedado con Mei.

—Hoy no voy a salir, así que por mí perfecto. ¿Quieres que vaya preparando algo? —me ofrezco.

Mi tía hace un gesto con la mano.

—De eso nada. Solo falta que además de hacer la compra te pongas a cocinar. ¡Va a parecer que te tengo explotada! No, hoy pedimos comida y ya organizaremos turnos para las tareas de casa que se adapten a nuestros horarios ¿de acuerdo?

—Genial.

Sale de la cocina canturreando y yo me afano en colocar el resto de la compra. Me imagino que para alguien como ella, que lleva tanto tiempo viviendo sola, tiene que ser complicado encontrarse de repente con una persona a su cargo. Por muy mayor e independiente que yo sea, vivo bajo su techo y sé que se siente responsable de mí. Que esté dispuesta a organizarse, es un gran paso, pues si algo he aprendido de ella en una sola semana, es que es la persona más despreocupada que conozco. Para mi tía, el orden es algo totalmente secundario y ya se ha visto que, tener la nevera llena, también.

Un par de horas después, estamos sentadas en el sofá, repartiendo por la mesa el pedido que hemos hecho para la cena. En realidad ha elegido ella, pues se ha empeñado en que tenía que probar las mejores hamburguesas, no ya de Leaza, sino del país y viendo el tamaño, toda mi preocupación es pensar cómo voy a hacer para dale un bocado a la mía. Saca de la bolsa una generosa ración de patatas fritas con salsa y otra de alitas de pollo.

El diablo se comerá tu almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora