Cap. 21

1.1K 116 27
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Cuando termina la clase, la mayoría de los alumnos salen como una exhalación, necesitados de un poco de aire fresco y ahí veo yo mi oportunidad. Llevo los últimos días vigilando a Miren y siempre es la última en salir, así que me entretengo más de la cuenta buscando mi sándwich dentro de la mochila. Una vez desaparecen los más rezagados, me acerco a ella dispuesta a abordarla.

—Hola Miren.

La chica me mira sorprendida y se retrae ligeramente. ¿Por qué siempre tiene esa reacción? Está claro que yo no la voy a atacar y aun así, ya está a la defensiva.

—Hola —murmura.

—Mira, sé que no nos conocemos, pero quiero que sepas que puedes hablar conmigo si lo necesitas.

Miren se revuelve nerviosa mientras busca en su pupitre.

—Gracias, pero no sé por qué dices eso... —dice sin levantar la vista.

Así no vamos bien.

—Bueno, he visto que algunos de clase se meten contigo y no me parece nada justo que tengas que aguantar a esos idiotas.

Se encoge de hombros y por un momento pienso que no va a añadir nada, pero la final dice:

—Esas cosas pasan en todos los institutos. A alguien le tiene que tocar y yo ya estoy acostumbrada.

Me apoyo en la mesa contigua y la observo. Realmente no entiendo la actitud de esta chica.

—Cierto, sin embargo, ese no es motivo para tener que aguantar que te hagan la vida imposible —Y ahí lanzo la piedra—. De todas formas no sé por qué no te echa una mano Andoni. Al fin y al cabo, son sus amigos.

La bolsa que acaba de sacar del pupitre se le escurre de entre las manos al escuchar lo último. Se agacha a recogerla con gesto nervioso y al levantarse, por primera vez, me mira.

—Por... ¿por qué... nombras a Andoni? —balbucea—. ¿Qué motivo tiene él para ayudarme?

Entonces decido hacerme la tonta.

—Os vi un día hablando, en la biblioteca creo. Pensé que erais amigos.

La rigidez de su postura me deja entrever que se siente acorralada.

—Estás equivocada.

—Pues aquel día parecía muy cercano a ti... —insisto.

—No es lo que piensas.

Y entonces, se me ocurre otra opción. Una que hasta ahora no había valorado.

—Espera... no te estará acosando ¿verdad?

Ella desvía la mirada, sin embargo, cuando habla de nuevo, su voz suena más firme.

—Mira, agradezco tus intenciones, pero creo que no deberías meter las narices en la vida de los demás. Si lo haces, puede que acabes pagando las consecuencias.

El diablo se comerá tu almaWhere stories live. Discover now