Cap. 13

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No sé en qué momento me volví tan miedosa

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No sé en qué momento me volví tan miedosa. Tengo miedo a la vida. A querer, a sentir, a perder, a morir. Lo sé y es una mierda. También sé que tengo que remediarlo pero no tengo ni idea de cómo hacerlo.

Me sentí la peor persona del mundo después de dejar a Samir así. ¡Como si él tuviera culpa de algo! Me besa, un beso que yo quería, y huyo. Como una cobarde. Soy tan cobarde, que en vez de permanecer en el patio durante el descanso, le digo a Mei que tengo que hacer un recado y salgo a dar una vuelta. Cualquier cosa con tal de no encontrarme con él, ni notar su mirada inquisidora desde la otra punta del instituto.

No me alejo, pues en apenas cinco minutos tendré que regresar. Me siento a la entrada del parque, en el muro que bordea el río y dedico el tiempo a cotillear mis redes sociales. Ya tengo varios contactos de compañeros y me han incluído en un grupo de Facebook que se llama "Los jóvenes de Leaza saben pasarselo bien". El nombre me parece de lo más ridículo, pero he descubierto que hay muchos miembros y todo lo que pasa corre por él como la pólvora. Escucho la sirena, pero aun así me demoro un poco, para asegurarme de que la mayoría de los alumnos habrán entrado cuando yo regrese.

Mientras camino, me digo a mí misma que no voy a poder huir de él eternamente a lo que respondo en voz alta:

—Eternamente no, pero un par de días más, seguro.

Giro en el recodo que lleva a la entrada lateral, cuando alguien me agarra y me arrastra hasta el rincón, un lugar que queda oculto de las miradas de la gente que pasa por la calle. Me empuja contra la pared y mi espalda choca haciendo que se me escape una sonora queja.

—¡Joder! ¿Quién coño te crees...?

La pregunta se me queda a la mitad al descubrir los ojos azules que más miedo me dan en este pueblo. Andoni me mira con un semblante tan serio que casi no me atrevo ni a respirar. Esa sonrisa que tanto le caracteriza ha desaparecido por completo, dejando lugar a una mueca que muestra verdadero desagrado.

—Devuelvemelo.

Noto flaquear mis piernas al darme cuenta de que lo sabe. Aun así no me queda otra que fingir.

—¿El qué? ¿De qué me hablas? —consigo decir.

Golpea la pared, tan cerca de mi cabeza que por un momento creí que el golpe lo iba a recibir yo. Incluso cerré los ojos por pura inercia.

—El diario. Sé que lo tienes tú —escupe, rabioso.

Por una vez, su compostura ha desaparecido. Este es el verdadero Andoni, ese del que debía mantenerme alejada.

—Yo... no tengo ningún diario.

Intento parecer inocente pero creo que estoy cavando mi propia tumba. Este tío no tiene ni un pelo de tonto.

—No juegues conmigo Maite. No me interesas ni lo más mínimo, no te pongas en mi punto de mira.

Eso sí que es una amenaza en toda regla.

El diablo se comerá tu almaHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin