Cap. 53

797 90 9
                                    

Llevo un rato sentada en el descansillo, con la espalda apoyada en la puerta del piso de Samir y empiezo a pensar que esto no ha sido buena idea

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Llevo un rato sentada en el descansillo, con la espalda apoyada en la puerta del piso de Samir y empiezo a pensar que esto no ha sido buena idea. Cuando se fue mi tía llamé, pero no hubo ningún movimiento en el interior. Tuve el impulso de enviarle un mensaje, sin embargo no lo hice y tampoco regresé a casa. Decidí quedarme esperando porque quiero que si me rechaza lo haga a la cara y no ignorando un mensaje. Y aquí estoy, pasando frío en la escalera, pensando que soy un poco idiota por no irme y dejarlo para otro día.

La puerta del ascensor se abre y Samir se sobresalta al verme.

—¿Qué haces ahí? ¿Ha pasado algo?

Se agacha a mi lado y me observa de arriba a abajo, asegurándose de que estoy bien.

—Te estaba esperando —respondo. Me pongo de pie y golpeo el suelo con los pies para intentar desentumecer las piernas.

—Ya... —Parece dudar. Me da un escalofrío y me envuelvo con la chaqueta de punto grueso. —. Vamos, pasa. Creo que necesitas un café.

Le sigo al interior y él va directo a la cocina. Prepara en silencio dos tazas y cuando me pasa una, nos quedamos mirándonos por un momento. Que se mantenga tan frío, hace que se me encoja un poco el corazón. Vamos a la sala y nos sentamos en el sofá, manteniendo cierta distancia.

—Sé quién es nuestro diablo —suelto de buenas a primeras. El silencio me está incomodando.

Samir frunce el ceño y me doy cuenta de que seguramente pensaba que querría hablar de lo que pasa entre nosotros. Pero aunque así fuera, primero quiero contarle lo de Alexander Weiss. Así que sin esperar a que diga nada, le cuento mi conversación con Margarita. De la misma y antes de que me arrepienta, le cuento que estuve en casa de Andoni y la historia de su abuela. Por último, le hablo del otro diario y de Miren. Si quiero que confíe en mí, no puedo tener secretos.

—Siento no haberte contado algunas cosas, pero no quería que tu cabeza estuviera dándole vueltas a todo.

—¿A todo? ¿O a las veces que has estado con Andoni y no me has dicho nada? No pretendo que me rindas cuentas, pero que me lo ocultes no dice mucho a tu favor.

—No quería que te preocuparas por algo que no tiene ninguna importancia. Te lo he dicho, solo me he acercado a él para intentar descubrir lo que estaba pasando.

Resopla y se pasa la mano por los rizos que le caen sobre la frente.

—¿Y qué quieres hacer ahora?

—Creo que deberíamos ir a hablar con Miren. Andoni parecía enfadado con ella por tener el diario, pero está claro que algo hay más entre ellos de lo que dicen. Si no... ¿cómo pudo hacerse con él?

Samir se encoge de hombros.

—Quizás igual que hiciste tú, en un despiste. Además, ¿quién te dice que estará dispuesta a contarnos lo que ocurre? Hasta ahora no has conseguido nada de ella.

En eso tiene razón, pero ¿y si las cosas han cambiado?

—Puede que después de lo que pasó el lunes, crea que me debe una.

Duda durante un instante aunque al final asiente.

—De acuerdo, iremos a verla mañana. ¿Algo más?

De pronto tengo la sensación de que me está largando. Realmente pensé que me sería más fácil hablar con él, pero llegado el momento, no sé qué más decir. Dejo la taza en la mesita y me levanto. Me encamino hacia la puerta y cuando me doy la vuelta, choco contra su pecho. Ni siquiera había pensado que me hubiera seguido.

—Lo he echado todo a perder, ¿verdad?

Frunce el ceño como si no entendiera.

—No, pero entenderás que ahora mismo no sé cómo llevar lo nuestro.

Al menos hay un "lo nuestro".  Alargo la mano hasta apoyarla en su mejilla y mi gesto, le hace cerrar los ojos.

—Aún estoy aprendiendo a entender lo que siento —le explico— y me cuesta ponerle palabras. Hasta ahora no había estado con alguien así, y contigo, lo siento todo tanto... Me importas Samir, nunca nadie me ha importado tanto como tú.

Abre los ojos y busca en los míos la confirmación de que mis palabras son reales. Cuando me besa, sé que le he convencido. Le devuelvo el beso, necesitada de hacerle saber que no quiero estar con nadie que no sea él. Me empuja contra la puerta y sus manos se pierden en el interior de mi chaqueta. Me aprieta contra su cuerpo y un suspiro escapa de mis labios al sentirle tan cerca. Su boca se desliza por mi cuello haciendo que se me erice la piel. Siento cada centímetro de mí receptivo a su toque y me gustaría parar el tiempo en este preciso momento para que no acabe nunca.

—Quédate esta noche —suplica, de vuelta contra mis labios.

—No puedo —digo en contra de mis deseos—. Mi tía se ha ido de cena, pero volverá en algún momento.

Sus manos se posan en mis hombros y empujan mi chaqueta, haciendo que esta caiga al suelo. Una pícara sonrisa aparece en su rostro. ¿Se puede ser más guapo? pienso mientras admiro el color tostado de su piel y esos rizos despeinados que tanto me gustan.

—De acuerdo, aunque eso no quita para que te quedes un buen rato.

Asiento con evidente entusiasmo.

—¿Y qué me propones? Para que me quede, digo...

—Creo que algo se me ocurrirá.

Sus manos me levantan con facilidad y rodeo su cintura con mis piernas. Me lleva a su habitación y ya no hay nada más que hablar.

 Me lleva a su habitación y ya no hay nada más que hablar

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

¡Qué bonito es el amooooor! Jajaja. De verdad que Samir tiene más paciencia que un santo con Maite... ¡Recordad! Seguido viene otro capítulo. ¡Y qué capítulo! Venga, a leer...

El diablo se comerá tu almaWhere stories live. Discover now