Cap. 34

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Al que no le digo ni palabra de la visita de Andoni es a Samir. En cambio, sí le pido un enorme favor y por suerte, acepta sin protestar.

Cuando nos encontramos en la estación de tren el sábado por la tarde, su saludo va acompañado de una pregunta.

—Kaixo!! ¿Se puede saber a qué viene tanto misterio?

—Hola —respondo sin añadir nada más.

Caminamos hasta el andén en el que espera el tren que saldrá dirección Bilbao y montamos en el último vagón. Por suerte, apenas van un par de grupos y nos sentamos a la distancia suficiente para que no escuchen lo que hablamos.

—¿Y bien? —insiste.

—Hace un mes envié un mensaje a Margarita Miralles. Es una experta en el Holocausto nazi y decidí probar suerte con ella. Me pidió más información y le envié varias páginas del diario. Recibí un correo el miércoles en el que decía que pasaría este fin de semana dando unas conferencias en el Palacio Euskalduna y que estaría encantada de quedar conmigo para hablar de lo que había averiguado.

—Así que vamos a vernos con ella...

Asiento con entusiasmo.

—Eso es. Realmente espero que lo que nos cuente sirva de ayuda...

—Y me has pedido que te acompañe...

—¿Acaso no es obvio? No conozco Bilbao y no quiero ir como una idiota mirando el Maps todo el tiempo. Además, dos personas escuchando son mejor que una. Quizás se te ocurra alguna pregunta o algo.

Samir sonríe y se inclina hacia delante, yo hago lo mismo, pues está claro que me va a hacer una confidencia.

—Vaya, y yo que esperaba que me dijeras que querías pasar la tarde conmigo... —susurra con un deje de ofensa en la voz—. Sin embargo, está claro que no me has echado mucho de menos estos días.

Le doy un manotazo en la pierna y me apoyo en el respaldo, dejando que corra el aire.

—No seas quejica, nos hemos visto todos los días en el instituto...

—Sí, bueno... si tú lo dices. Por cierto, ¿cómo lo lleva tu tía? Ultimamente ni me cruzo con ella.

Miro por la ventana, el verde paisaje que se mueve al otro lado del cristal. Un mundo ajeno a lo que ocurre en Leaza...

—Me preocupa —confieso—. Duerme poco, come mal y no tiene otra cosa en la cabeza. Nada más existe, solo este maldito caso. Si no consigue resolverlo, acabará con ella.

—No puede echar sobre sus espaldas toda la responsabilidad. Ni siquiera está al cargo de la investigación. ¿No la lleva un tal Vargas? El tipo ese con cara de mala hostia que estaba allí el día que fuimos a informar de lo del vídeo.

El diablo se comerá tu almaWhere stories live. Discover now