Cap. 39

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Intento concentrarme en la tarea de física, sin embargo, no dejo de pensar en lo ocurrido ayer

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Intento concentrarme en la tarea de física, sin embargo, no dejo de pensar en lo ocurrido ayer. Cuando salí de la lonja, no tuve oportunidad de hablar con Ane pues echó a correr como alma que lleva el diablo. Así que, ni siquiera obtuve un simple "gracias". ¿Qué podía esperar de alguien que me vendería sin ningún miramiento al mejor postor?

Apenas he pegado ojo ya que cada vez que me quedaba dormida volvía a estar en la lonja rodeada de todos esos salvajes y ahora intento no quedarme frita frente al ordenador. Miro mi móvil y lo desbloqueo para leer una vez más el mensaje que recibí de Andoni, rato después de llegar a casa: "No debí dejar que te fueras sola pero tenía que ajustar cuentas con mi cuadrilla. De vez en cuando he de recordarles quién manda para que no se desmadren en exceso. Espero que no te asustaran con su estúpido comportamiento pues tengo intención de continuar otro día donde lo dejamos tú y yo. Me sigues sorprendiendo Maite, nunca hubiera pensado que te pondrías del lado de Ane en una situación como esa".

El timbre del telefonillo suena y escucho a Sandra contestar, unos segundos después abre mi puerta.

—Una tal Ane. Dice que quiere hablar contigo, que te espera abajo.

No sé qué me sorprende más: que quiera hablar conmigo o que sepa dónde vivo. Me quedo dudando durante un instante, sin embargo no pienso perder la oportunidad de saber qué quiere. Me calzo unas zapatillas y cojo una chaqueta del armario.

—Oye... esta Ane... no será la de la cuadrilla de Markel, ¿verdad?

Aquí tenemos a mi tía la poli.

—Sí, esa. Va a mi clase —respondo mientras cojo el móvil y me dirijo a la puerta.

—No sé si es buena idea...

—Solo vamos a hablar —la interrumpo—. Es más, ni siquiera me alejaré. Con un poco de suerte, podrás fisgar por la ventana.

Cierro la puerta antes de que añada algo más y en vez de esperar el ascensor, decido bajar las escaleras trotando, no vaya a ser que todavía se le ocurra a mi tía salir detrás.

Me encuentro a Ane junto al portal, con los brazos cruzados y esa actitud desafiante que no resulta nada amigable. Su gesto serio tampoco ayuda.

—Hola —saludo agitada después de bajar los cinco pisos.

—¡Um! Kaixo... —Aparta la mirada dejando claro que está incómoda.

—Tú dirás. Eres la que ha venido a llamar a mi puerta. —Viendo que su actitud no cambia le señalo los bancos del parquecillo—. ¿Qué tal si vamos a sentarnos allí? Es un poco estúpido estar aquí de pie.

Mira hacia dónde indico y sin responder echa a andar hacia el primer banco. Se sienta en lo alto del respaldo y yo hago lo mismo. Pasan varios minutos y el silencio cada vez se hace más denso. Justo cuando abro la boca con intención de hablar, lo hace ella.

El diablo se comerá tu almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora