Cap. 27

928 111 18
                                    

—¿Qué coño te ha pasado?

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—¿Qué coño te ha pasado?

Su pregunta, con un tono de voz que resulta histriónico tratándose de Sandra, me da a entender que tengo una pinta horrible. Me he despertado cerca del mediodía y Samir ya no estaba a mi lado. Seguramente en cuanto vio que me quedaba dormida, volvió a su casa para no arriesgarse a encontrarse con mi tía.

Al levantarme, he pasado por el baño pero mi mente estaba tan confusa que ni siquiera me he mirado en el espejo. Ahora, al escuchar su grito, he recordado de golpe todo lo ocurrido esta pasada noche.

—Oh, esto. Me caí volviendo a casa. Creo que la cerveza que me tomé no me sentó nada bien y...

Se acerca y me toma la barbilla con la mano, analizando mi rostro.

—Estás mintiendo. Esa marca no es de una caída. —De pronto sus ojos se agrandan, como si se acabara de dar cuenta de algo evidente—. No... dime que tú no has tenido nada que ver con la paliza que ha recibido Markel esta madrugada.

Mierda. No pensé que ataría cabos tan pronto. Me acerco a la isla y tomo asiento mientras echo mano de un paquete de galletas.

—¿Le han dado una paliza? —pregunto con mirada inocente.

—Sí y por poco no lo cuenta. Está ingresado en el hospital con un fuerte traumatismo y tiene la cara hecha un cuadro. Nos dieron parte inmediatamente.

Claro. Aunque él no presentara una denuncia, los médicos tienen obligación de hacer un parte de lesiones.

—¿Pero no ha dicho quién ha sido? Seguro que se ha metido en alguna estúpida pelea. Sabes que es un bocas.

Muerdo un trozo de galleta pero al intentar masticar, el dolor de la mandíbula me golpea con fuerza. Como si recibiera un nuevo puñetazo.

—Él ha dicho que no conocía al tipo. Que cree que era de fuera.

¡Premio! En el fondo sabía que a Markel no le iba a interesar contar lo ocurrido.

—Entonces, ¿por qué ahora me acusas a mí? ¿Me ves capaz de algo así?

Sandra se sienta frente a mí y cruza los brazos sobre la encimera para enfatizar su enfado.

—Su declaración no tiene ni pies ni cabeza. Quienes le llevaron al médico tampoco fueron muy claros. Y tú apareces con ese aspecto... Fueron a por ti ¿verdad? Y tú te defendiste...

Aparto la vista de ella. No puedo contárselo. Eso significaría un sinfín de preguntas más y me tendría que enfrentar a un cargo por agresión. Aunque se tratara de defensa propia, tengo las de perder.

—No, ya te he dicho que me caí...

Da un golpe en la mesa y se levanta de forma brusca, haciendo tambalear el taburete. Comienza a pasear por la cocina y esto pinta cada vez peor.

El diablo se comerá tu almaWhere stories live. Discover now