Cap. 37

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"Quiero que hoy salgas conmigo" reza el escueto mensaje de Andoni

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"Quiero que hoy salgas conmigo" reza el escueto mensaje de Andoni.

De primeras me da la risa. ¿En serio está pensando que querré salir con él? Sin embargo, mi segundo pensamiento es que quizás estar un rato con Andoni me sirva para averiguar algo. Al fin y al cabo, parece que no tiene problema en hablar de más cuando estamos juntos y debería aprovechar la oportunidad. La tercera idea que cruza mi mente, es qué pasaría si mi tía se enterara. No me ha castigado ni nada, excepto con su indiferencia y su silencio durante toda la semana, por lo que no tengo problema para salir. Pero si supiera con quien voy a quedar, sé que me lo impediría. Lo cuarto que me planteo es qué pensaría Samir. Estoy segura de que comparte postura con mi tía, sin embargo, si se trata de poder averiguar algo sobre Amira, quizás entonces estaría dispuesto a dar su brazo a torcer.

"¿No me vas a contestar?".

Vaya, encima insistente.

"Estoy pensando si es una buena idea".

"Confía en mí. Conmigo estás segura".

Y lo dice el que me dejó en manos de sus amigos en mitad del bosque... vaya humor el que se gasta.

A las nueve estoy en la entrada del parque, tal y como hemos quedado. Paseo inquieta, pues todavía estoy dudando sobre lo que voy a hacer. Para colmo le he mentido a mi tía diciéndole que había quedado con Mei, como cualquier otro sábado, sin embargo, no tenía otra opción.

—Vaya, estás aquí —dice Andoni a mis espaldas—. No confiaba al cien por cien en mis encantos, pero veo que han funcionado.

Me giro y le observo, asombrada por su aire de superioridad. Ha intentado sonar humilde, pero su voz no acompañaba a sus palabras. Sabía que yo no faltaría a la cita. Nadie deja plantado a Andoni Román Sagasti, ¿verdad?

—¿Y bien? ¿Cuál es el plan? No me gustan las sorpresas.

—Pues te apañas muy bien con ellas.

No me puedo creer que haya hecho alusión a lo ocurrido en el bosque, como si se tratara de algo divertido. Una anécdota sin más importancia. Me aguanto las ganas de pegarle un puñetazo en ese rostro perfecto y sonrío, siguiéndole el rollo.

—Yo que tú, no me pondría de nuevo a prueba.

—Tranquila, ya te dije que conmigo estabas segura. Vamos.

Me indica la calle de nuestra derecha y comenzamos a andar en esa dirección.

—Aún no me has dicho a dónde vamos.

—A la lonja donde suelo pasar tiempo con mis amigos.

En mi cabeza suena una alarma.

—¿Estarán ellos allí?

—Seguramente. Son como parásitos, pasan más horas en ese lugar que yo. Que conste que no me importa, me gusta compartir lo que tengo, por eso les dejo que lo usen todo lo que quieran —Andoni se da cuenta de mis reticencias—. No te preocupes, nadie te va a decir nada y menos si vas conmigo.

El diablo se comerá tu almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora