Cap. 36

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La semana comienza fatal

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La semana comienza fatal. Justo antes de entrar en clase recibo una llamada de mi tía y su tono de voz no indica nada bueno.

—¿Dónde estás?

—En el patio del instituto... ¿dónde quieres que esté a estas horas? —solo me falta que piense que me salto las clases.

El silencio al otro lado de la línea hace que me preocupe aún más.

—Tienes que venir a la comisaría —dice al fin.

—¿Qué ocurre?

—Te lo contaré al llegar. Date prisa.

Me despido de Mei con una excusa y me dirijo hacia la salida. Antes de llegar a la verja, Samir me intercepta.

—¿Todo bien? Tienes mala cara...

Miro a mi alrededor para asegurarme de que nadie me escucha.

—Mi tía me ha pedido que vaya a la comisaría. Ahora. Me ha dado muy mal rollo.

—¿No te ha dicho de qué se trata?

Niego lentamente.

—De nada bueno. Eso seguro. Luego te cuento.

—Está bien.

Le dejo allí a la entrada y sé que si pudiera me acompañaría. Sin embargo, esto parece que solo tiene que ver conmigo. Hago el trayecto intentando pensar cuál es el motivo de la llamada y lo único que se me ocurre, es lo que ocurrió con Markel. Puede que finalmente me haya denunciado y ahora tenga que cargar con las consecuencias.

Cuando me acerco al edificio, veo a Sandra junto a la puerta, paseando de un lado a otro en un movimiento errático. Se ve a la legua que está nerviosa.

—Hola —saludo sin mucho entusiasmo.

—Ya estás aquí —dice mientras se acerca—. No sé qué pasa pero Vargas quiere hablar contigo y todo este asunto me huele muy mal. Contesta a lo que te pregunte y ni se te ocurra mentirle, ¿de acuerdo?

Asiento, incapaz de pronunciar ni una sola palabra. Saber que el tipo ese quiere hablar conmigo me da muy mal rollo.

Sandra me acompaña hasta una sala en la que solo hay una mesa con un portátil y varias sillas, además del propio Vargas que ocupa una de ellas. Es la segunda vez que le veo y por lo visto la cara de vinagre venía con el cargo.

—Entiendo que querrás quedarte, ya que eres su tutora.

Como respuesta, Sandra toma asiento y me hace un gesto para que haga lo mismo.

—Bien. Empecemos. No me voy a andar con rodeos, Maite. Eso no va conmigo. —Gira la pantalla del ordenador y da al play—. Hemos recibido estas imágenes enviadas desde un correo anónimo.

Al principio me cuesta entender lo que estoy viendo. Hasta que me doy cuenta de que soy yo la que aparezco en el vídeo. Ver lo ocurrido desde otra perspectiva hace que todo parezca diferente, distorsionado. Son varios cortes, que sin duda se grabaron en distintos momentos y aunque se distingue a otras personas, los únicos con la cara al descubierto somos Markel y yo. La oscuridad, las voces que gritan desde diferentes puntos, la luz que deja ver a medias lo que está ocurriendo... es una verdadera pesadilla. Me abrazo a mí misma al notar que estoy empezando a temblar. Esa que sale en el vídeo soy yo...

El diablo se comerá tu almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora