Cap. 56

788 98 26
                                    

Miren se acerca a él con evidente nerviosismo

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Miren se acerca a él con evidente nerviosismo.

—Lo saben todo. No me quedó otra opción, ¿qué querías que hiciera? ¿que dejara que se marcharan?

Andoni continúa con el ceño fruncido, aunque no sé si está enfadado con Miren o simplemente no le gusta nada la situación. Mientras permanece en silencio, imagino que evaluando la situación, muevo una vez más las muñecas, pero la cinta está muy apretada y apenas me llega circulación a los dedos. Recuerdo que en mi bolso, tengo el puñetero llavero lleno de cachivaches y una vez más se confirma la poca utilidad del invento pues no hay forma de que consiga sacarlo y utilizarlo.

—¿Por qué está inconsciente? —le pregunta señalando a Samir con la barbilla—. Les has dado algo, ¿no?

—Necesitaba pensar y quería poder atarles sin forcejeos estúpidos —se justifica.

—Pero ella está despierta...

Ahí decido intervenir.

—Me he pasado meses tomando pastillas para dormir. Mi resistencia es mayor, por eso no me ha durado tanto el efecto —les explico.

Andoni me mira, sorprendido de que haya hablado. Creo que por un momento se había olvidado de que soy una persona, ahora que para él no soy más que una nueva víctima.

—¡Vaya, aún conservas suficiente valentía como para hablar! —dice. Se acerca a mí y se sienta en el borde de la mesa. Me sujeta la barbilla con la mano y levanta mi rostro para que le mire—. Ay, Maite. Aunque he fantaseado mucho con esto, no esperaba que acabaras en una situación así. De verdad que lo siento.

Su tono dulce me asquea pues está del todo fuera de lugar.

—Suéltanos entonces y deja que nos vayamos.

—Miren dice que lo sabéis todo, por lo que esa opción no es posible —me explica como quien señala una obviedad —Aunque lo cierto es que yo no sé qué es lo que sabes.

Quiero ver su reacción, quiero que me cuente lo que aún no sé. Así que hablo.

—Sé que tu abuelo era Alexander R. Weiss y que trabajó para la Gestapo en Lyon. Al acabar la guerra huyó y vino aquí con intención de conseguir nueva documentación y escapar a Hispanoamérica. Pero conoció a tu abuela, se convirtió en Alejandro Román y se casó con ella.

Arquea las cejas en un gesto de sorpresa poco habitual en él y una media sonrisa asoma.

—No esperaba que consiguieras averiguar tanto solo con el diario...

—Esa frase con la que firmaba " El diablo se comerá tu alma" ayudó, ya que durante sus últimos años como torturador le apodaron "El diablo".

—¡Bravo, Maite! ¿Algo más?

Está tan seguro de sí mismo que creo que no tiene ni idea de lo mucho que sé. Miren permanece apoyada en el marco de la puerta y no me gusta nada su expresión. ¿Qué estará pensando? Como no tengo forma de saberlo, me centro de nuevo en Andoni.

El diablo se comerá tu almaWhere stories live. Discover now