Cap. 48

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"Juraría que huele a castañas asadas" pienso justo antes de que mi amama abra la puerta

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"Juraría que huele a castañas asadas" pienso justo antes de que mi amama abra la puerta. Al hacerlo, el olor se intensifica y ya no hay dudas.

—¿Castañas? —pregunto con interés.

—Llegas justo a tiempo para comerlas —me informa.

Hace un día horrible, la lluvia no cesa y el frío se cuela por debajo de la ropa hasta enfriarle a una los huesos. Dejo el grueso abrigo de lana en la entrada junto con las botas y el paraguas y la sigo hasta la cocina. Allí me encuentro a su amiga entretenida con las castañas.

—Buenas tardes, Consuelo.

—Kaixo Maite. Zer moduz?

Mueve la silla que tiene a su lado para que tome asiento y yo obedezco.

—Muy bien. Deseando que lleguen las vacaciones de Navidad.

Mi abuela, me acerca un puñado de castañas.

—Come, antes de que se enfríen.

Me afano en quitar la cáscara sin quemarme los dedos y veo el vapor que sale de su interior. Cuando la pruebo, no puedo evitar cerrar los ojos.

—Ricas, ¿verdad? Parece que los días de frío entran aún mejor —dice Consuelo mientras saborea las suyas.

—Hay una tarta de castañas riquísima —recuerda mi abuela—. Quizás sería una buena opción para alguno de los días de fiesta...

Consuelo se ríe.

—¡Ay ene! Ya pensando en el menú para la Navidad.

—Bueno, hay que ir tomando decisiones. Si no, luego a última hora, mal. ¿Te ha dicho Sandra que vendréis aquí?

Niego rotundamente.

—No, pero me lo imaginaba. Ella solo sabe hacer burritos y poco más. No la veo capacitada para preparar un menú en condiciones, la verdad.

—Ahora que no nos oye —dice mi abuela con cierta sorna—. Es un desastre en la cocina. Una vez, hace muchos años, se empeñó en preparar la cena de Nochebuena y tuvimos que terminar cenando unos huevos fritos, porque reguló mal el horno y quemó el redondo relleno. Montó tal humareda que pensábamos que alguien iba a llamar a los bomberos...

Por algún motivo, no me cuesta nada imaginarme esa escena.

—Al menos lo intentó aunque el resultado no fuera el esperado.

—Sí, eso no lo puedo negar. ¿Y tú Consuelo? ¿Ya os habéis organizado?

—Ya sabes que Marisa no tiene tiempo de cocinar pero tampoco quiere que yo lo haga. Dice que no tengo edad para esos líos —me explica—. Así que encargará la comida como ha hecho los últimos años. Y la entiendo, bastante tiene que organizar todo el menú de la señora Arteaga.

Al escuchar ese apellido, caigo en quién es su hija.

—¿Ella trabaja en el palacete?

—Sí, lleva muchos años ocupándose de la cocina. ¿Conoces a esa familia?

Me lo pienso dos veces antes de decir nada, no quiero hablar de más.

—Andoni y yo vamos al mismo instituto. El otro día estuve en su casa y conocí a Amelia Arteaga.

—Es una mujer muy agradable, mi hija está encantada con ella. Siempre dice que es una señora de los pies a la cabeza, no como su nuera y su hijo... esos ya son otra historia.

Mi abuela se acerca al fuego y después de remover el contenido del puchero, nos sirve una taza de chocolate a cada una.

—Bueno, los hijos no tienen porqué salir a los padres. Que ella sea una gran mujer, no significa que sus descendientes lo sean —aclara mi abuela.

—Y menos con lo que dicen las malas lenguas, Elisa.

—No seas cotilla, Consuelo —le reprocha.

—¿Qué dicen? —pregunto con interés—. Vamos, no me dejéis con la intriga...

Consuelo mira a mi abuela, que se encoge de hombros con resignación, sabiendo que no va a poder impedir que su amiga lo cuente.

—Cuando nació Rafael, hubo muchas habladurías en el pueblo ya que todo el mundo pensaba que Amelia no podía tener hijos. Fue una sorpresa porque llevaba meses sin salir de casa y cuando lo hizo, fue con su hijo en brazos.

No entiendo dónde está el problema.

—¿Y qué hay de raro en eso? Puede que simplemente le costara quedarse embarazada.

La mujer se entretiene removiendo el chocolate antes de continuar. Como si necesitara un momento para organizar sus ideas.

—Verás. Llevaban ya veinte años casados. Amelia tenía treinta y nueve, una edad en la que si no se había quedado embarazada ya, era muy difícil que ocurriera. Cuando apareció con el bebé, comenzaron los rumores.

—¿Qué rumores?

Mi abuela posa la taza con un golpe seco y lanza una mirada asesina a Consuelo.

—¡Deja de contarlo como si se tratara de una novela de misterio, mujer!

—Lo que pasa es que te fastidia porque tú no te acuerdas de nada de todo esto. Tu abuela es más jóven que yo —me explica— y es normal que no prestara atención al revuelo que se montó. Bueno, el caso es que se corrió el rumor de que el hijo no era de Amelia sino de una de sus criadas. Que Alejandro tenía un lío con ella y al quedarse embarazada de él, vieron la oportunidad de hacer pasar al niño como propio.

Vaya culebrón.

—¿Y en qué se basaron?

—En que nadie volvió a ver a esa criada. Hay quien dijo que Alejandro le pagó una importante suma para que les diera al niño y se fuera de aquí. Eso y que en veinte años no habían tenido ningún hijo, sustentó la historia.

—Y claro, Amelia aceptó porque era la única forma de que ella fuera madre...

Pensar que pudo ser así, me hace sentir pena por ella.

—Seguramente. No creo que fuera fácil para ella aceptar que su marido estaba liado con la criada, pero al menos consiguió tener un hijo en el que volcarse.

—Lo que no sé es por qué en este pueblo la gente siempre mete las narices donde no debe —protesta mi abuela—. Ellos tendrían sus motivos y punto.

Ambas se enzarzan en una tonta discusión sobre los cotilleos de Leaza que al final han resultado ser mentira. Sin darme cuenta, dejo de prestar atención y a mi mente viene, lo importante que es para Andoni su abuela: "Es la persona que me retiene aquí, si no, ya me hubiera ido bien lejos". Puede que no les una la sangre, pero el tiempo y el cariño, les han convertido en familia.

 Puede que no les una la sangre, pero el tiempo y el cariño, les han convertido en familia

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Kaixo Maite. Zer moduz?  - Hola Maite. ¿Cómo estás?

¡Ay ene! - Es una expresión coloquial. Equivale a ¡Madre mía!

Me encanta este capítulo. Me parece muy de pueblo (al menos en el mío es así). Esas conversaciones cotidianas en las que acaban saliendo los cotilleos de hace 20 años. Y ya veis que la familia de Andoni está llena de secretos... ¿Qué opináis? 

Pronto más. Besitossss

El diablo se comerá tu almaWhere stories live. Discover now