37. Las velas

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—Claro que quiero ser tu novia—lo rodeo con mis brazos.

Hundo mi cara en su pecho disfrutando de el aroma que desprende de él.

El me abraza también y me besa la frente.

Lo miro, esta muy feliz.

Y la verdad que la respuesta era obvia, siempre he sabido que nuestra relación es tan única que no depende de un título, pero me encanta la idea de poder decirle al mundo Matt es mi novio.

Que me lo haya pedido dice mucho del amor y el compromiso que tiene para conmigo.

Somos oficiales, no puedo estar más feliz.

Mamá va a enloquecer.

—Mi novia—Matt acaricia mi hombro descubierto mientras juega con la tira de mi vestido, me mira con ternura y la vez con esa mirada seductora.

No puedo apartar mi ojos de él, le doy un tierno beso en los labios y el sonríe.

Me separo sintiéndome en las nubes.

Miro a mi alrededor detallando todo lo que hizo, una decoración hermosa, las flores, las velas, todo.

—¿Amor cuando hiciste todo esto?—la curiosidad me mata.

—No lo hice solo, pedí algo de ayuda—sonríe—Además te tengo una sorpresa.

—¿Una sorpresa?—me mata la curiosidad.

—Si pero tenemos que esperar un poco—sonríe a medias—Espero que no te importe.

—No me importa la verdad—lo miro y acaricio sus mejillas—Nunca dejas de sorprenderme.

El me sonríe.

—No tienes ni idea de lo que te espera.

—Solo estas aumentando mi curiosidad y eso no es bueno.

—Hay unas escaleras en casa—sonríe—Podría darte una previa.

—Me interesa, ademas podriamos tachar un lugar mas de la lista.

—Que sean dos lugares—me guiña el ojo.

...

—Mañana es nuestro último dia aquí—Matt me acaricia la espalda con la yemas de los dedos, sube y baja sus caricias por mi piel.

—Lo sé—tengo mi cabeza apoyada en su hombro desnudo—No quiero irme.

Desde mi posición no puedo verle a la cara pero aun puedo sentirlo en todo mi cuerpo.

Estos días en Portugal han sido mágicos, la verdad quisiera quedarme aquí más tiempo.

—Yo tampoco—me toma de la cintura y yo levanto mi cara de su hombro, mirándonos a los ojos.

—Quedémonos toda la tarde viendo películas y comiendo helado ¿si?.

El niega mi propuesta.

—Me encantaría pero ya tenemos planes ¿lo olvidas?

Cierto.

—¿Cuales planes?.

—Deja la curiosidad—me pincha la punta de la nariz con el dedo índice.

—Matt, dime—hago puchero.

Niega con la cabeza, mientras mantiene una sonrisa.

—Ve a vestirte—me pide.

—Esta bien.

Acepto el destino, me agarro del pasamanos de la escalera y me levanto de sus piernas, sintiendo a Matt salir de mi cuerpo, y termino de subir las escaleras hacia la habitación, mientras Matt me mira desde abajo.

La Casa Del Dragón | Milly Alcock & Matt SmithWhere stories live. Discover now