La Casa Del Dragón | Milly Alcock & Matt Smith

74. This Love 💘

~⚠️Advertencia⚠️
Contenido sexual explícito, lea bajo su propia responsabilidad.~

Milly esta demasiado alcoholizada cuando nos subimos al elevador del hotel.

Y no voy a mentir, yo también lo estoy.

Creo que nunca habiamos bebido tanto, no se si soy mala imfluencia para Milly pero su tolerancia al alcohol esta aumentando, y esta vez le ha tomado mas tiempo y alcohol emborracharse.

Me sonrie desde la esquina del ascensor, con  las mejillas sonrojadas y el cabello aun precioso, es que parece un angel, me acerco a ella torpemente y mi cuerpo estampa el suyo contra la pared del ascensor.

—Deja de mirarme asi que te follo aqui mismo—le doy otro beso.

Debería estar satisfecho de todo lo que la he besado en el auto de camino a aqui, pero no es así.

Resulta que tengo aun más ganas de besarla.

—No puedo dejar de mirarte, es que me encantas—me regala una sonrisa torcida que no hace mas que excitarme.

El ascensor ha llegado al ultimo piso, a la suite.

He alquilado una suite entera para nuestra noche de bodas en Park Hyatt Sydney, el mismo hotel en que estuvimos cuando vine de visita a Australia.

Y no estaremos mucho tiempo en Australia pues tenemos una Boda en Londres tambien, pero nuestra noche de bodas merece lo mejor

Ademas no quiero compartir a Milly en un dia como hoy, no cuando se ve tan hermosa.

Mi corazón late con fuerzas, es nuestra noche de bodas.

Tiro de su brazo y ella choca contra mi cuerpo en medio del corredor.

—Ven aqui mi pequeño tazón de choco krispies—la levanto en mis brazos con facilidad, ella sonríe.

—Cuidado me dejas caer—sonríe.

—Jamás—camino con ella en brazos hacia nuestra suite—Si te dejo caer será en la cama, para hacerte el amor toda la noche.

—Amor, ya esta amaneciendo—se ríe.

—Corrijo, para hacerte el amor todo el día —ella sonríe.

—Si quiero.

Pero no tan rapido, Milly me debe algo importante.

—Pero esposa...—la miro.

Que bien se ha sentido decir eso.

《Esposa》.

Nunca me imagine disfrutando de llamar a alguien así.

—Dime, esposo—ladea su cabecita.

Eso ha sonado aun mejor, me derrite aun mas, con ese acento Australiano que ha salido a relucir mucho desde que estamos aquí.

—Me debes mi baile—advierto.

Ella se ríe.

—Claro, te haría hasta dos—sonríe.