Cuando la Madre Luna encantó las almas lobunas de los primeros Kim TaeHyung, Park Jimin y Jeon JungKook solo deseó que recibieran el amor que merecían, de que todo el mundo pudiera admirar y valorar tanto su fortaleza y alma como ella lo había podid...
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JungKook despertó a la mañana siguiente entre la calidez de sus mantas. Probablemente sus clases ya habían terminado a esa hora y ahora debería estar practicando dibujo o simplemente siendo útil. Pero no, estaba bien hundido en su miseria.
La sensación de un peso extra sobre su cuerpo, y que se movía soplando en su oreja, le hizo darse cuenta de que había despertado porque alguien se había lanzado a abrazarlo en su cama.
-YeonJun, quiero estar solo. -Murmuró, deduciendo que era su hermano menor por el cuerpo delgado y más pequeño al suyo.
-Vuelve a insultarme comparándome con tu hermano y te depilo las cejas Jeon JungKook. -Esa voz, ese tono de desprecio y humor agrio, las reconoció al instante.
-SooBin. -El nombrado rio abrazando más estrecho a su mejor amigo cuando este sacó sus brazos de debajo de las sábanas para anclarse a él. -¿Cómo sabías que te necesito? -Preguntó sintiendo ganas de llorar de nuevo.
Min SooBin era su mejor amigo de la infancia, desde renacuajos, desde que estaban en gestación. Su madre, Yuqi, y el padre Omega de SooBin, YoonGi, se habían conocido en las clases de atención al parto. Las bonitas casualidades de la vida les llevaron a nacer el mismo día, en horas similares, en el mismo hospital. Así que, entre ellos, se llamaban hermanos de distintos padres.
-YeonJun. -Susurró acomodando el largo cabello del pelinegro. -Deberías haberme llamado ayer, Kook. -Regañó tomando asiento en la cama, JungKook hizo igual frente a él. -¿Por qué saliste corriendo? Eso no es propio del Kookie que adoro. -El Beta, avergonzado por primera vez después de todo lo acontecido el día anterior, bajó su vista a sus manos tatuadas.
-Sus caras se borraron mientras las veía, sus aromas se fueron. -Sus dedos pellizcaron los diversos dibujos en su piel.
-¿Sentiste sus aromas? -Preguntó sorprendido SooBin.
-Así mi lobo supo que soy suyo. -Murmuró cabizbajo aún.
-Y ellos tuyos, Kookie. -Recalcó el hecho primitivo de los licántropos de ser y poseer. -No quiero ser malo, pero ¿estás triste? -JungKook se encogió de hombros, SooBin tomó sus manos. -¿Tu lobo está triste? -Finalmente el Beta asintió. -Imagina el de ellos.
JungKook pensó en lo horrible que debió sentirse ser rechazado del modo que él rechazó a su Alfa y Omega. El simple recuerdo de niños en su colegio saliendo corriendo lejos de él en el recreo para no jugar con "el niño raro" le abofeteó con fuerza.
-No quiero que me rechacen. -Tan bajo y casi nulo habló que SooBin tuvo que tomarse unos segundos para procesar haber podido escuchar bien sus palabras.
-¿Por qué deberían hacerlo? -El Beta lo miró desdeñoso, SooBin sabía que seguramente ni fuera consciente de que le estaba jugando con la mirada, pero exclamó riendo y con grandes gestos. -¡Hablo en serio! Eres listo, adorable, buena persona, bondadoso, inteligente, sabes de arte y eres un amor de persona.
