Cuando la Madre Luna encantó las almas lobunas de los primeros Kim TaeHyung, Park Jimin y Jeon JungKook solo deseó que recibieran el amor que merecían, de que todo el mundo pudiera admirar y valorar tanto su fortaleza y alma como ella lo había podid...
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La noche anterior en casa de JaeBum y Jackson.
El Omega chino despertó cuando el frío invadió su cuerpo y, al acercarse al lado contrario de la cama, no encontró el calor natural que desprendía su Alfa. Tanteando sobre las sábanas y finalmente abriendo sus ojos, pudo distinguir a la lejanía del pasillo la luz del salón prendida.
Descalzo y con solo una camiseta del mayor como pijama, caminó hasta el salón casi en penumbra. La pequeña luz de ambiente era amarilla y dejaba entrever la figura encorvada en el sofá de JaeBum. Su espalda estaba encogida, sus codos reposaban sorbe sus rodillas y entre sus manos tenía una fotografía que admiraba con silencio. Ese marco de cartón, con macarrones pintados de colores como adorno, se lo había regalado YeonJun en uno de sus cumpleaños. En la fotografía, referente al año en que le regaló el porta fotos, un YeonJun de seis años era alzado en alto entre un JaeBum de doce y un JungKook de nueve.
-Jae. -Llamó bajo el marco de la puerta. El Alfa reaccionó, incapaz de haber podido sentir el aroma de su Omega por la constancia de lágrimas retenidas.
-¿Sí, cariño? -Preguntó dulce también, la sornisa en sus labios mientras dejaba la fotografía en su lugar sobre la mesita donde también estaba la lámpara de luz amarilla.
-¿Por qué no vienes a la cama? -Jackson dio caricias a sus brazos desnudos antes el frío repentino del suelo de mármol bajo sus pies desnudos, la piel de sus piernas de gallina. JaeBum apartó la mirada de su Omega y cerró sus ojos con fuerza.
-Está enfadado ahora mismo y no quiero incomodarte con mi aroma. -Explicó, dando caricias al centro de su pecho y escuchándolo gruñir bajo con eco en su mente. La risa dulce de Jackson le hizo abrir los ojos para verlo acercarse a él.
-Tú aroma nunca me va a incomodar. -Sonrió, subiendo al regazo de su amado Alfa y obteniendo al fin esa calidez que buscó al despertar.
-No es agradable. -Refutó JaeBum, sus grandes manos ásperas dando caricias fuertes a los muslos desnudos de Wang. El Omega suspiró complacido cuando su cuerpo comenzó a entrar en calor, con un suspiro cansado rodeó el torso de su mayor para enterrar su nariz en su cuello. -Lo siento. -Murmuró sobre su oído.
-No te disculpes, cariño. -Besó la glándula de aroma del Alfa. Las caricias de JaeBum siguieron un extenso rato. Tan cómodo y mimado se sentían Jackson y su lobo Omega, que casi volvió a quedar dormido hasta que escuchó a JaeBum volver a hablar.
-Tengo miedo. -Fue casi inaudible, incluso pareciera que no deseaba ser escuchado, pero Jackson lo hizo y apretó su agarre con más fuerza.
-¿Miedo? -Repitió viéndolo al salir de su escondite. -¿De qué? -JaeBum pareció dudar antes de confesarse.
-De que se deje consumir. -Explicó en referencia a su lobo. -De volver a ser aquello que tanto odio.
-No lo harás. -Cortó rápido, sujetando esta vez el rostro cansado y agotado de su mayor. -No eres la misma persona.
