Capítulo IV

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Los pasillos le interminables para el ruso, ya había perdido la cuenta de las ocasiones que tuvieron que desviarse del camino para evitar ser vistos o alejarse de los sonidos de algunas habitaciones. El pasillo se dividió cuando entraron, llegando a más pisos repletos de habitaciones con paredes antisonidos y números en las puertas de cada una, llegando a diez habitaciones por piso, según el canadiense, y tenían que llegar a la última habitación.

El beta estaba arriesgándose demasiado, no era parte del trabajo que se realiza en esa zona, por lo que no le correspondía estar ahí y mucho menos con alguien, pero no le importaba, debía saber cómo está USA. Además, puede que esto ayude al alfa para aclarar sus dudas y, con suerte, darle más tiempo de espera a su hermano o directamente elegir a otro omega. Al fin habían llegado, nadie estaba a la vista y eso era obra del jefe, nadie deseaba toparse con él tras su "charla" con el chino.

— Quédese en la entrada al entrar, no quiero que él se altere de más, si quiere puede ver. Aunque no se lo recomiendo—. Pide Canadá a lo que recibe un asentimiento del mafioso, al ver que el omega le daba la espalda a la puerta, ambos entran en silencio, siendo el ruso quien se queda en una esquina a un ángulo oscuro para que sea un poco difícil verlo por el omega, las tenues luces ayudan con eso.

La habitación olía al chino, lo cual desagradó al par, pero Rusia detectó otro aroma a alfa aparte del asiático, uno más amargo y pesado que lo marea un poco, los aromas son el pasillo y la mezcla de feromonas le estaban nublando el sentido poco a poco, nunca se había expuesto a tantas feromonas antes, pero quería ver al omega.

Al ser mafioso, ya había visto todo tipo de escenarios desagradables, incluso fue participe de muchos al pelear contra enemigos, pero no entendía la brutalidad del asiático hacia aquellos que USA para su placer. Cada encuentro con él significaba escuchar sus historias repugnantes de oír sobre sus abusos a quien se le antoje, siendo todas las víctimas omegas de diferentes edades, sin mencionar las torturas que estos sufren al negarse a sus órdenes o quedar en cinta. Nunca acepto ir con él a observar o participar, pero con el escenario frente suyo, la idea se hace más clara.

— Hey bro ¿cómo te sientes?—, era obvio como estaba, pero Canadá quería animar a que USA hable con él, a lo que retira con cuidado la máscara del rostro ajeno.

El nombrado que miraba la pared voltea su cuerpo al techo, la sábana se desliza hasta su cintura, mostrando su abdomen y torso lastimado con moretones y mordidas que no dejaban de sangrar, su rostro descubierto estaba con la marca de una mano en su mejilla rojiza y sus bellos ojos azules carecen de brillo. El movimiento lo hace quejarse de dolor, pero sonríe al ver a su hermano.

— Pues, fue más suave que la última vez. Tal vez logre aburrirlo a este ritmo, pero el jefe me dijo que debo aguantar—. Comenta sin interés el estrellado viendo a su hermano, quien saca el botiquín debajo de la cama.

— Necesito que te sientes primero—. Pide paciente, USA intenta moverse en vano, llegando a estar de lado con esfuerzo por el dolor, al final es ayudado por Canadá y así iniciar a curarlo, todo siendo observado por el ruso. El beta y alfa sienten odio al ver la zona expuesta, donde había mayor daño que el resto de su cuerpo y el collar anti-marca esta severamente dañado también, pero firme en cumplir su función. En la cintura están las marcas de las manos del chino oscureciendose junto a otras heridas. USA se quita el collar a pedido del beta y este desinfecta las heridas con nerviosismo por la mirada de muerte del ruso, pero termina sacando quejidos de dolor en el herido omega.

Esto altera al ruso, sus hormonas alteradas por el cercano celo, las feromonas de dos alfas en la habitación y un omega herido le quita el poco autocontrol que poseía, soltando un gruñido gutural a forma de advertencia al beta para que deje de causarle dolor, lo que asusta a USA y sorprende a Canadá en el momento.

Rusame [Mafia AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora