Capítulo XXX V

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URSS camina con molestia por los pasillos hasta salir del subterráneo, donde algunos quejidos podían escucharse desde el sótano. Sin embargo, al haber más de un piso subterráneo en esa construcción, el sonido no era tan audible para la superficie, algo que agradecía porque de ser más alto el sonido hubiera dado la vuelta para acabar con el dueño de los quejidos y sollozos a pesar de saber que eso también lo mataría.

Debía apresurarse a partir, ya se había enterado de los planes del inglés del sombrero y eso arruina su acuerdo con este, arriesgando el posible territorio que pudo conseguir de este para su beneficio. Pero a pesar de ver sus planes arruinados, podía llegar a entender el comportamiento ajeno, el pobre estaba perdiendo la cordura y por eso aprovechó aquel trato, estaba claro que haría algo por no haberle dado tanta información como quiso, ahora tenía que detener su búsqueda o retrasar esta hasta que su hijo esté fuera de la zona de peligro, pero lo veía difícil.

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Jefe ¿Qué procede? — Se escucha por una radio.

— Mantengan posición hasta que el alfa rojo se vaya, no queremos que nos vea — Responde de vuelta el italiano escondido en la nieve, sin despegar la vista con sus binoculares al nombrado—. Enterado.

Y tal como había dicho, esperaron unos minutos más hasta que el único vehículo en la entrada del lugar fuera conducido por el soviético, llevándose consigo un grupo de hombres de traje con él y dejando a un par vigilando la entrada, perdiendo su vista por el horizonte.

Una vez confirmada su distancia, el tricolor da una señal y los dos vigilantes son eliminados con armas silenciadas, dejando libre entrada a los demás. Italia se acerca junto a una gran número de hombres armados tras de sí, manda a un par de deshacerse de los cuerpos y entra al edificio.

Según las indicaciones del alemán, debe de haber una escalera que lleve al subterráneo del lugar al final de un pasillo. Sin perder tiempo todos se dividen a buscar rápidamente en silencio, eliminando uno que otro guardia en el camino. Al final, es el líder quien encuentra el camino al subterráneo, por lo que baja las escaleras a paso veloz siendo seguido por sus hombres, cada vez iba más rápido por el subterráneo y disparaba a cualquier silueta que se le presentara, matando cada hombre desprevenido que vigilaba la zona. Después de bajar dos pisos, finalmente escucha un leve sollozo en el tercer subterráneo, a lo que se asoma desde una esquina a la dirección del sonido, viendo que al final de este hay una puerta de acero vigilada por más guardias alertas.

《Definitivamente está ahí》 piensa el mafioso, a lo que nuevamente da señal para eliminar a los guardias con sus hombres, quienes dan más pelea que los anteriores, pero finalmente son eliminados. Impaciente, el italiano recibe las llaves sacadas de un cadáver de parte de su guardaespaldas, abre la puerta ansioso y, ante el escenario frente suyo, no pudo evitar liberar amargas feromonas.

Aquellas cuatro paredes no portaban ventana alguna, nisiquiera al pasillo, tampoco había color alguno más que el del cemento y la sangre seca manchando las paredes y el suelo, siendo la zona de más rojo donde se encontraba el prisionero, un country pelirrojo encadenado de pies, piernas y cuello a la pared, a su costado hay una mesa donde se encuentran diversos objetos corto punzantes y jeringas con líquidos desconocidos y otras completamente vacías, indicio de los experimentos que se le impusieron al alemán de esvástica.

Nazi reacciona al ver a los intrusos, gruñendo y atacando con sus garras al más cercano a él (Italia), pero las cadenas y el bozal se lo impedían, como también el dolor en su cuerpo entumecido.

— Third ¿Qué te hicieron? — Pregunta Italia a pesar de saber que no obtendrá respuesta, esa mirada vacía en su amigo le daba a entender que no lo reconocía, tenía sentido, la última vez que se vieron tenía un escudo en su rostro.

Rusame [Mafia AU]Where stories live. Discover now