𝟬𝟬𝟰

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Estábamos los siete en el aeropuerto y mis dos hermanos menores estaban enganchados de mis piernas, no querían que me vaya y yo no quería irme pero tenía que hacerlo si quería brindarle apoyo a mi familia.

Habíamos ido con Santi y Nico a revisar la agencia y al parecer era la más segura del país, dijeron que viajaría a Qatar y que los detalles me los iban a dar cuando llegara a mi destino. Los chicos quedaron boquiabiertos con eso y no entendí por qué hasta que me dijeron que ahí se iba a jugar el mundial, yo en mi vida podría costear un viaje así y me dijeron que lo disfrutara al máximo porque según ellos, me lo merecía.

Estaba segura de que tendría que cuidar al bebé de algún periodista o alguien del cuerpo técnico, no creo que cualquiera le pague un viaje al mundial a una simple niñera.

—Quiero que me prometan que se van a portar bien —susurré a mis hermanitos, estaba haciendo fuerza para no llorar y a decir verdad se me estaba haciendo una misión bastante compleja.

—Nos vamos a portar bien y no vamos a hacer renegar a mamá —Alejo hundió su cabeza en mi cuello y sentí las gotitas de sus lágrimas resbalarse por mi piel, los abracé con más fuerza y suspiré. No sé cómo haría para aguantar todo un mes sin ellos.

—Te hicimos un dibujo —Comentó Federico y me dió una cartulina blanca—. Abrilo cuando nos extrañes.

—Todavía ni me fui y ya los extraño.

Llamaron a mi vuelo y me costó más que nada despedirme de mi familia, podría jurar que hasta Nico soltó alguna que otra lágrima cuando fue su turno de abrazarme y despedirse.

—Pedile un saludo a Messi —bromeó Santi antes de abrazarme y reí.

Estaba dejando atrás a mi familia y eso me asustaba muchísimo, intentaba reconfortarme con la idea de que todo lo estaba haciendo por ellos pero aún así sentia una punzada de culpa por estar dejándolos en estos momentos tan difíciles.

En el avión me sentí como una completa extraña, jamás había viajado lejos de casa y muchísimo menos en un avión. No sabía que hacer, las azafatas fueron bastante amables conmigo e incluso me trajeron una almohada por si quería dormir, dijeron que el camino era bastante largo y que sería mejor dormir para irme acostumbrando a los horarios del país cuando llegue.

No hice mucho, solo comí, dormí, leí un libro que mi mamá me había dado y jugué con el teléfono de Santi. Me lo había dado para poder mantenerse comunicado conmigo desde el celular de Nico por si había alguna emergencia. Concordabamos con que ir a un país desconocido, sola y para trabajar, era algo que con urgencia requería de un dispositivo móvil para mantenerme en comunicación con mi familia.

Cuando llegué no supe qué hacer, hablé con varios hombres de seguridad y me dijeron que buscara a alguien con algún cartel que contuviera mi nombre así que lo más seguro sería hacerlo.

Busqué con la mirada y me sentí victoriosa cuando me encontré con un nombre de mediana edad que contenía un cartel con el "Sol González" en letra grande y entendible, me acerqué rápido y su fracción seria se transformó en una sonriente cuando me vio.

—Supongo que usted será la señorita González —se acercó a mi para agarrar mi valija y sonreí, me inspiraba bastante confianza.

—Supongo que sí lo soy, ¿Usted es?

—Mi nombre es Gustavo Ferratti, soy el chófer.

—Oh, es un gusto —sonreí con amabilidad y me dirigió a un auto bastante elegante, cada minuto me sorprendía más.

—¿Puedo preguntar de quién es chófer? —inquirí un poquito tímida, jugué con mis dedos nerviosa y él me miró enternecido.

—Soy el chófer de la selección.

Sobre Ruedas-Enzo Fernández Where stories live. Discover now