𝟬𝟮𝟭

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—Te invito al cine —soltó de la nada.

Lo miré por una cuestión de instantes, pequeños instantes en los que mil excusas llegaron a mi mente para declinar la propuesta sin hacerlo sentir mal. La verdad era que no tenía ánimos de nada, solo quería quedarme en la cama, comiendo helado y mirando películas todo el día.

—Enzo, no creo que sea correcto —elegí negarme con la verdad, lo que realmente pensaba—. No quiero problemas.

—¿Por que tendrías problemas? Si vas a salir conmigo nomás —habló, parecía honestamente confundido.

—Porque trabajo para vos, no quiero que las cosas se malinterpreten para terceros.

—¿Y por qué a Julián le dijiste que sí entonces? —frunció el ceño—. Últimamente estás rara conmigo, perdón si te traté mal o algo por el estilo. No fue con intención.

—No se trata de eso, yo comprendo que todos tenemos días malos y que es muy fácil explotar por cualquier mínima provocación —sonreí—. Pero no puedo salir con vos, Enzo. Sos mi jefe, espero que lo entiendas.

—No lo entiendo —negó con la cabeza—. Cuidas a mi hija, hablo con vos de cosas que no hablo con nadie, sos amiga de mi mejor amigo. Pasamos mucho tiempo juntos, ¿Y no querés salir conmigo al cine? Te estoy invitando a ver una peli, no a un telo.

Abrí mis ojos sorprendida, sus palabras habían sido demasiado directas. Asentí lento con la cabeza, trataba de procesar todo lo que me decía y por qué me lo decía.

—Sos famoso, te persiguen periodistas todo el tiempo. Yo no quiero estar expuesta o aparecer en titulares como la misteriosa chica que está con Enzo Fernández o la cazafortunas que cuida a la hija de Enzo Fernández y está atrás de él —por primera vez, sentí una punzada de molestia en mi voz—. A vos tal vez no te importan las polémicas esas, pero a mí sí. Yo no quiero pasar por eso, solo estoy intentando hacer mi trabajo Enzo.

Su expresión cambió a una más comprensiva y asintió en silencio, intentó agarrar mi mano pero me hice hacia atrás para alejarme. Lo ví tragar saliva y escuché su corto suspiro, me miraba como si quisiera decir algo.

—Bueno... —empezó pensativo—. Si vos no podés ir al cine, entonces yo te traigo el cine.

Salió casi corriendo y yo me quedé ahí plantada, llena de preguntas y confusiones. Me levanté para cerrar la puerta que el ex river había dejado abierta, y prendí el aire acondicionado para poder limpiar un poco mientras Olivia dormía. Quería aprovechar esos momentos para después poder dedicarle todo mi tiempo a ella.

Una hora más tarde, golpeaban la puerta y yo me encontraba con las manos llenas de espuma por lavar los platos. Limpié todo rápido en mi delantal de cocina y fui a abrir la puerta, fruncí el ceño en cuanto ví a Enzo con dos bolsas grandes y una sonrisa misteriosa.

—¿Me extrañaste? —preguntó coqueto.

—No te entiendo.

—Que ironía, porque yo sí te entendí a vos.

Cerró la puerta atrás de él y caminó directo al living. Yo por otro lado, volví a la cocina para seguir lavando los platos y hacerme algo dulce para merendar, tenía muchas ganas de tomar un café con leche así que prendí la cafetera y escuché algo de vidrio caerse, seguido por un grito de Enzo que aseguraba que todo estaba bien. Aunque eso no me dejaba muy segura que digamos.

Sequé mis manos para agarrar el teléfono y mandarle un mensaje a Nicolás, preguntándole si había ido al partido de los peques y si me había grabado algún video porque los extrañaba mucho.

—¡Sol, me corté!

Después de escuchar el grito de dolor de Enzo, salí corriendo al living y casi me caigo encima del futbolista cuando lo ví sentado en el piso con una sonrisa traviesa. Parecía un nene chiquito cuando le enseñaba una coreografía a su mamá, hizo un par de señas como si estuviera haciendo magia y señaló detrás de él.

Sobre Ruedas-Enzo Fernández Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz