𝟬𝟬𝟳

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Estaba a punto de llorar por la frustración, un guardia nos había frenado a mi y a Oli en la puerta para pedirme lo que parecía ser un pase especial, pero yo no tenía ninguno. Al parecer se necesitaba para poder pasar a los camerinos y solo los familiares lo tenían.

El hombre no me creía cuando le decía que Oli era la hija de Enzo Fernández y lo entendía perfectamente, el pobre solo estaba haciendo su trabajo pero ahora Olivia había empezado a llorar porque notó que no vería a su papá.

—Tranquila bebé —intenté calmarla acariciando su pelo, tenía su cabecita metida en mi cuello—. Le podés hacer videollamada a tu papá y lo vas a ver, tranquila.

—¿Qué onda Juan? —escuché una voz conocida y sentí que mi salvación había llegado.

—Gus, ¿Cómo andas hermano? —el guardia de seguridad que aparentemente se llamaba Juan abrazó a Gustavo y le dió unas palmaditas en la espalda.

—Hola sol, ¿Qué andas haciendo? —me saludó Gustavo sonriente y le dediqué una pequeña sonrisa.

—¿La conoces?

—Sí obvio, es la niñera de la hija de Enzo Fernández. Es la chica a la que Julián te dijo que dejes pasar si venía.

Me sentí totalmente aliviada cuando el de seguridad me abrió la puerta y le dediqué una sonrisa agradecida, Oli por suerte había dejado de llorar y todo parecía marchar bien por el momento.

Me sorprendí al ver lo grandes que eran los vestuarios, era toda mi casa por poco. En un rincón estaban todos los jugadores y logré ver a Cami aunque me tomo por sorpresa verla sin los nenes, el chico alto del otro día se acercó a mi para darme un fuerte abrazo y me sentí un poquito incómoda porque no lo conocía.

—¡Solcito!, ¿Cómo andas? —saludó con una sonrisa aunque lo notaba un poco bajón, por su vestimenta deduje que era el arquero de la selección y estaba segura de que no le había hecho nada de gracia haber perdido el primer partido.

—¡Re bien!, ¿Y vos? Acá con Oli vinimos a felicitar a la mejor selección que hay en Qatar —sonreí y él me miró un poco sorprendido.

—Pero perdimos.

—¿Y? Perdieron el inicio, no el final —me encogí de hombros y todos me miraron atentos—. Tomenlo de este modo, ahora es cuando más tienen que sacar ventaja de la situación. Van a querer subestimarlos por haber perdido el primer partido y pueden usar eso a su favor.

—¿Cómo? —preguntó Montiel curioso.

—Fácil, ellos no van a jugar como si fueran un oponente temible —arrugué la nariz, no sabía si me estaban entendiendo—. La gente es demasiado arrogante, van a pensar que la tienen servida en bandeja de plata.

—Y ahí es cuando nosotros vamos a poder atacar —finalizó Armani y asentí en acuerdo con él.

—Fua Enzo, te sacaste el Quini con esta piba —habló el chico que estaba con Cami y sonreí un poquito avergonzada—. Ni a mí se me había ocurrido eso, ¿A vos Leo?

—Nos hacía falta alguien con una cabecita positiva en el equipo —halagó Messi y sentí que me iba a morir, Messi acababa de halagarme—. Gracias Sol.

—Gracias a ustedes por ser argentinos chicos.

Oli se puso inquieta en mis brazos y no entendí por qué hasta que me di media vuelta y vi a Enzo llegar sin camiseta, con una enorme sonrisa y una toalla con la que secaba lo que suponía que sería el sudor de su cara.

—Hola mi amor —agarró a su hija entre sus brazos y después me dedicó una sonrisa antes de pasar uno de sus brazos por mis hombros—, ¿Vieron? Les dije que la piba era una masa.

Sobre Ruedas-Enzo Fernández Where stories live. Discover now