𝟬𝟭𝟬

6.5K 544 23
                                    

—Tengo una idea —les comenté a los más grandes una vez que terminé de lavar todos los platos.

Giovanni, el hijo menor de Leandro Paredes me miró intrigado, al ser el que estaba más cerca de mí fue el primero en reaccionar. El muy dulce se había ofrecido a ayudarme a lavar los platos y cuando me negué, dijo que al menos lo dejara secar las cosas que yo iba lavando así que después de mucho insistir, terminé aceptando.

—¿Qué idea? —preguntó Thiago, llegando a la cocina con todos los demás.

Sequé las manitos de Giovanni con un repasador y los miré a todos, eran bastantes y bastante intimidantes, sabiendo quienes eran sus padres. Aunque la mayoría de esas criaturas eran demasiado dulces, algunos eran más tímidos que otros, por lo que me costaba más poder hablar con ellos para intentar saber qué les gustaba.

Bueeeeno —empecé, no muy convencida de que la idea les vaya a gustar—. Cómo ahora los bebés ya se durmieron y ustedes me habían pedido para jugar a la play.

—¡Sí! —saltó Giovanni emocionado.

—Eh, no tan rápido vaquerito —lo frené con una risita divertida—. Vamos a hacer una competencia así jugamos todos, podemos armar juegos y equipos, y el equipo que gane se queda jugando a la play hasta la hora que quiera.

Si mi plan funcionaba, para cuando terminármos con los juegos ya estarían todos cansados y no bancarían más de diez minutos adelante de la pantalla. Sus mamás ya me habían explicado que eran todos bastante hiperactivos, estaban en esa edad en la que más energía tenían.

Teniendo dos hermanitos menores, había aprendido bastantes trucos. Mi mamá solía dejarlos a mi cargo cuando ella tomaba turnos nocturnos para poder ganar más plata así que yo me encargaba de cuidarlos, y la mayoría de las veces terminábamos haciendo mini torneos solo para que ellos se cansen y duerman temprano.

—¿Y qué vamos a hacer entonces? —preguntó Valentín. Si no mal recordaba, era el hijo más chiquito de Otamendi.

—Estaba pensando en hacer un mini torneo, ¿Qué les parece? También les puedo preparar golosinas y eso para cuando estén jugando a la play. Los que pierdan, van a tener que ayudarme a limpiar —crucé mis manos para fingir malicia y todos se miraron, como si telepáticamente estuvieran pensando qué decidir.

Era obvio que no los iba a hacer limpiar conmigo, quería que todos se durmieran temprano para que sus papás no los reten.

—Bueno, pero el primer juego tiene que ser fútbol eh —me apuntó Ian Scaloni y asentí con una amplia sonrisa.

—Bueno, entonces vayan armando los equipos —aplaudí emocionada y enseguida me percaté de un pequeño detalle—. Ah, y quiero que los equipos sean mixtos. Nada de nenas por un lado y nenes por el otro, vamos a jugar todos juntos.

Fue un pésimo descuido por mi parte no aclarar el temita de la edad, terminaron todos los más grandes en un equipo para dejar a los más chiquitos en otro.

—Bueno, yo voy a irme al equipo dos —decreté y enseguida el primer equipo protestó—. Bueno che, cada uno puede elegir su equipo.

Me fui al equipo de los chiquitos y esperaba darles alguna que otra ventaja, pero lo dudaba bastante. Todos parecían haberse puesto bastante competitivos y yo no me sabía todas las reglas del fútbol que existieran, pero tenía dos hermanitos futbolistas y había aprendido a jugar a la pelota para practicar con ellos cuando no podían ir al club. Después de todo, tener cuatro hermanos varones tenía sus ventajas.

Puse música en un parlantito chiquito para no despertar a los bebés y dejé que Thiago pusiera la música, la verdad que yo no sabía nada de lo que se escuchaba hoy en día así que se lo dejé a ellos.

Habíamos perdido el primer juego, no podía creer lo bien que jugaban esos chicos a la pelota. Me hicieron saber bastante bien que mis habilidades no eran tan buenas como yo creía, al parecer iba a tener que practicar más después de todo.

—No se desanimen, ya vamos a ganar. Van a ver —intenté animar a mi equipo y Mateo asintió bastante frenético, había descubierto que él era el más competitivo de todos.

—Van a hacer trampa en el juego que sigue, ellos son más grandes que nosostros —se quejó Giovanni con un pucherito súper adorable, tanto que sentí que me derretía.

—Bueno, ellos son más grandes pero eso no significa que nosotros no podamos ganar —alenté levantando los pulgares—. No vayan rápido, vayan tranquilos.

El próximo juego era el de llevar un huevo en una cuchara, al que se le caía perdía y el que más participantes tenía al otro lado del patio con el huevo intacto, ganaba.

Los primeros fueron Giovanni contra Ian, el más chiquito siguió mi consejo y casi pierde el foco de concentración cuando a Ian se le cayó el huevo al piso por ir con las de ganar rápido.

Así, nosotros ganamos el segundo juego a paso lento pero seguro. Los chiquitos me abrazaron con fuerza mientras que los más grandes reían bastante orgullosos de sus hermanitos, aunque un poquito recelosos por haber perdido.

Otro de los juegos que hicimos fue el de caminar con tres pies, yo no pude jugar a ese porque era más grande que todos y me daba miedo lastimarlos así que con esa ventaja, los mayores ganaron.

Me terminé dando de baja en el juego cuando me empezó a costar bastante respirar, no podía creer que ellos siguieran jugando pero al parecer estaban lo suficientemente entretenidos como para pararse a pensar en lo cansados que podrían llegar a estar.

Para cuando terminó el juego, la mayoría no podía mantener sus ojitos abiertos y Thiago bostezaba a cada ratito. Giovanni vino directo a mis brazos y le hice upa al ver que ya estaba medio dormido, sonreí bastante contenta al ver que mi táctica había funcionado mejor de lo que yo lo había pensado.

—Sol, ¿Podemos jugar mañana a la play? —pidió Thiago después de hablar con Vicky—. Es que ahora tenemos sueño, pero si querés mañana jugas con nosotros también.

—Obvio que sí, corazón —dije en voz baja, pues Gio se había dormido en mis brazos y no lo quería despertar—. Mañana jugamos lo que ustedes quieran, y si quieren cocinamos galletitas juntos para los bebés.

—¿Y los chiquitos pueden jugar con nosotros por más que hayan perdido? —preguntó Ian un poco colorado por todo lo que había corrido.

—Me parece una excelente idea, pero mañana vienen sus papis así que tendrían que preguntarles a ellos si pueden jugar.

—¿Te vas a ir? —preguntó Mateo tallando sus ojitos por el sueño y no pude evitar enternecerme.

—Bueno, no me puedo quedar para siempre —reí bajito y agarré la manito que me estiraba Valentín.

—¿Y por qué no te quedas? Así podemos seguir jugando con vos —propuso Victoria y me encogí de hombros.

—Los voy a visitar cuando quieran si sus papás me dejan, y vamos a poder jugar mucho y a diferentes juegos, ¿Qué les parece?

—Yo no quiero que te vayas —se quejó Mateo de brazos cruzados.

—Otro día podemos hacer pijamada todos juntos si quieren. Y ver muchas pelis de lo que ustedes quieran, menos de terror porque esas no me gustan.

Sobre Ruedas-Enzo Fernández Where stories live. Discover now