𝟬𝟭𝟴

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Mi vida era aburrida. Estaba tirada en la cama, viendo al techo mientras pensaba en lo mucho que ya extrañaba a Oli, y eso que solo habían pasado cuatro horas desde que Enzo había pasado a buscarla.

No había podido llamar a mi familia al final, porque Santiago me mandó un mensaje avisando que irían a almorzar a un mostaza para celebrar y me sentí feliz de que pudieran hacerlo, las cosas estaban cambiando para bien. Pero yo no tenía nada que hacer, y en la tele no se hacía más que hablar del partido.

Quise buscar algún programa en la televisión pero todo estaba en árabe, tampoco tenía ganas de entrar a Netflix porque en estos días seguramente ya me había visto todo. Mi mejor y más tentadora opción era dormir.

Sentí una vibración en el bolsillo y recordé que ahí había guardado mi teléfono así que con rapidez lo saqué, tal vez era Enzo para decirme algo relacionado con Oli o para pedirme algo. Fruncí el ceño cuando ví el nombre de Julián en la pantalla y no tardé casi nada en contestar.

—Hola Juli.

—¡Hola Sol!, ¿Cómo estás?

Sonreí al escucharlo tan alegre, supuse que sería por el resultado del partido.

—Bien, algo aburrida, ¿Y vos?

—También, ¿Están ocupadas ahora? Me gustaría ir a verlas.

—Estoy sola, Oli salió con su papá hoy.

—Bueno, mejor —lo escuché cortarse a sí mismo por unos segundos—. Digo, porque así vas a poder descansar, seguro estás un poco cansada de cuidar a Oli todo el día...

—No me molesta, me aburro sin ella.

—Bueno, en ese caso...te invito a cenar hoy. No es como una cita ni nada de eso, aunque si vos querés que sea como una cita por mi está bien, digo no quiero quedar como un desubicado —habló tan rápido que no pude evitar reír, y al parecer lo escuchó porque soltó una risita nerviosa también—. Perdón, ah. Es que estoy acostumbrado a verte siempre después de los partidos y como hoy no viniste...

—Me encantaría ir a cenar con vos, Juli.

—¿En serio? —se lo escuchó sorprendido, y asentí aunque no pudiera verme—. Bueno, en una hora te paso a buscar por tu hotel así tenés tiempo de prepararte, ¿Te parece?

—Me parece perfecto. Nos vemos en una hora entonces.

Corté el teléfono y caí en cuenta de que una hora era muy poco tiempo, bañada ya estaba pero mi pelo era un desastre por haber estado acostada desde que llegué del partido. No era nada que la planchita no pudiera solucionar, o eso esperaba.

Me levanté de la cama de un salto, y me metí directo al baño para empezar a arreglarme, tampoco sabía qué ponerme ni a dónde íbamos a ir. Así que opté por algo sencillo ya que las calles de Doha eran de lo más calurosas, odiaria terminar transpirando porque tenía una loca obsesión por oler bien todo el tiempo.

La mayor parte de mi tiempo estuve viendo que hacerme en el pelo, aunque al final lo dejé suelto porque terminé estresandome. No tardé mucho, como pensaba, buscando que ponerme, solo agarré un vestido suelto y unas sandalias.

Me senté a ver la tele los últimos minutos de espera y encontré Alvin y las ardillas en alguno de los canales, aunque no entendía muy bien lo que decían porque el idioma era muy diferente al que yo hablaba. Tampoco entendía las televisiones, sino podría cambiar la película a su idioma original y verla en inglés.

Escuché los golpecitos de la puerta y apagué la tele antes de ir a abrir, sabía que me iba a encontrar con Julián del otro lado y cuando lo hice, sonreí. Tenia puesta una chomba blanca, unos jeans y su tierna sonrisa como el mejor accesorio.

—Hola Sol —me saludó con un beso en el cachete cuando cerré la puerta atrás de mi.

—¡Hola Juli! —saludé entusiasmada y enganché mi brazo con el suyo—. Pensé que iban a salir a festejar con los chicos, por cierto, ¡Felicidades por el partidazo que jugaron!

Sus mejillas se tinieron de un color rosado y sonrió tímido.

—Es que sí salieron a festejar pero yo te quería ver a vos, así que me inventé un resfriado —confesó, y lo miré con sorpresa—. Y gracias, te ví en el palco con Oli.

—Sí, estuvo bastante divertido. Además conocí a Tini, ¿Lo podés creer? Soy re fan de ella —comenté emocionada de solo recordarlo—. Hoy fue un lindo día.

—Y todavía no termina.

No sabía que Julián tenía auto, al parecer se alquilaban, tampoco sabía eso pero era lo más lógico teniendo en cuenta que no estábamos en Argentina o donde él jugaba a la pelota y vivía. Usualmente no disfruto de los viajes en auto, pero Julián era bastante tranquilo a la hora de manejar y podíamos hablar mientras lo hacía, por lo que no la pasé para nada mal.

—Y cuando los quise llamar, me dijeron que se iban a comer —reí, recordando la cara que puso Federico cuando los llamé—. Me parece que no querían hablar conmigo, que malos.

—Imposible que alguien no quiera hablar con vos —se encogió de hombros—, ¡Ay! Me acabo de acordar que en la guantera hay chocolates que compro Rodri el otro día, ¿Querés uno?

Lo miré como si fuera una nena chiquita y me puse a buscarlos, hice una mueca de asco cuando ví que eran de frutilla pero intenté disimularlo así que abrí uno y le estiré un pedazo, me miró con una ceja alzada y cuando noté que era porque estaba manejando, reí y le tuve que dar en la boca.

—¿Enzo te trata bien? —preguntó de la nada.

Lo miré sin entender el porqué de la pregunta y después recordé el día de la clase de inglés, arrugué la nariz y me encogí de hombros.

—Sí, creo que antes de ayer solo tuvo un mal día —apreté los labios y miré mis manos, no me gustaba hablar mal de nadie y no iba a hacerlo ahora—. Lo entiendo, ahora esta todo normal. Además creo que tenía razón con lo que me dijo, no fue de malo.

—Digamos que su mal día fui yo —rió, y lo miré sin comprender—. Le molesta que me des clases de inglés, o que hable con vos directamente —explicó.

—¿Por qué le molestaría?

—Enzo no tiene muchos amigos, y a los que tiene los cuida mucho —frenó en un semáforo y me miró—. Le cuesta bastante relacionarse con los demás desde que la mamá de Olivia falleció y te considera su amiga, solamente tiene miedo de que te alejes.

—No voy a alejarme, es ridículo pensar eso.

La verdad era que me sorprendía bastante de saber que Enzo me consideraba su amiga, pensé que solo me toleraba. Y era una sorpresa en el buen sentido de la palabra.

—Sí, es una persona... Celosa —no me miró, cuando arranco de vuelta el auto.

Tampoco mencionó otra palabra, había puesto una cara bastante pensativa y yo deseaba poder leer mentes para saber lo que pasaba por su cabeza.

Sobre Ruedas-Enzo Fernández Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt