𝟬𝟬𝟴

6.8K 522 34
                                    

—¡Hola, mis bebés hermosos!

Había aprovechado que Oli estaba durmiendo la siesta para poder llamar a mis hermanos, Santi estaba trabajando pero Alejo y Federico ya habían vuelto del colegio así que estaba viendo sus dos caritas emocionadas.

—¡Solcito! Te extrañamos mucho, pensamos que no ibas a llamar.

Sonreí, los había extrañado una locura y no aguantaba más las ganas de poder verlos y abrazarlos. Había estado ahorrando, tal vez si Argentina llegaba a la final iba a poder tener suficiente plata como para traer a mis hermanos conmigo. O al menos ayudarlos a cumplir algunos de sus sueños.

—¿Recibieron mis regalos? —pregunté emocionada.

Los dos salieron de cámara por unos minutos, después volvieron corriendo y cada uno tenía una camiseta de Argentina y un par de botines en las manos. Me había costado bastante comprarlos, en Qatar todo salía más caro pero era de mejor calidad, había descubierto eso cuando comparé mis zapatillas viejas y agujereadas con unas que me compré exactamente iguales acá.

—Te re pusiste la diez —sonrió Fede y me encogí de hombros, me ponía muy feliz verlos tan alegres—, ¿Vos qué te compraste?

—Unas Zapas —alcé mis pies para que pudieran ver las Vans y los dos fruncieron el ceño.

—¿Eso solo te compraste? —cuestionó Alejo incrédulo.

Me encogí de hombros y reí, no entendía a qué querían llegar.

—Sí, va. No precisaba nada más, mis Zapas ya estaban en la última así que me ví obligada a comprarme unas —les expliqué y Alejo negó con la cabeza.

—¿Pero tan poquito? —volvió a preguntar Fede—. Tu sueldo es re grande, ¿Por qué no te compras cosas para vos? No sé, ropa o maquillaje. Esas cosas que se compran las chicas.

—Tengo ropa, no necesito más —arrugué mi nariz—. Además, ya no tengo plata para derrochar.

—¿Cómo que no?, ¿En qué te gastaste todo? —preguntó Alejo sorprendido.

Su pregunta no tardó mucho en responderse, Nicolás llegó con los ojos rojos y lágrimas mojando su cara. Tenía unos papeles en sus manos y mis dos hermanitos chiquitos se mostraron preocupados enseguida.

—¿Qué hiciste, sol? Estás loca —fue lo primero que dijo mi hermano mayor y me sentí como una nena chiquita a la que estaban retando.

Nico se sentó al lado de los dos peques y los dos lo abrazaron sin preguntarle lo que había pasado, siempre había sido así. Primero se calmaban, y después preguntaban sobre lo acontecido.

—¿Estás enojado? Pensé que te iba a gustar la sorpresa —comenté un poquito desanimada—. Yo sé que no es mucho pero...

—¿No es mucho? Sol, lo que hiciste... No me va a alcanzar la vida para agradecertelo —sonrió y otras lagrimitas se le escaparon.

Entonces no estaba enojado conmigo.

Había comprado un galponcito y les había depositado bastante plata para que compraran herramientas, así podrían abrir el taller que siempre habían querido y empezar por lo menos con lo básico. Más adelante íbamos a poder equiparlo más y si dios quería, podríamos comprar un lugar más grande.

Estaba contenta de ayudar a mis hermanos a cumplir sus sueños, ellos siempre me habían ayudado con los míos así que era lo mínimo que podría hacer por las personas que se desvivían para darme de comer. No sentía que se los debía, sentía que quería hacerlo y apoyarlos, así como sabía que ellos siempre me apoyarían a mi.

Sobre Ruedas-Enzo Fernández Where stories live. Discover now