Capitulo 10

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—Como nuestra primera noche de bodas —dijo él de modo cínico.
—Sólo que yo nunca seré tu pareja —se tensó el.

—No quiero que seas mi pareja. No querría a alguien como tú jamás —lo miró de reojo. —Sólo quiero follarte.

Wei Ying estaba sorprendido por muchas razones. Sus palabras crudas no cuadraban con el modo en que lo había alzado. Lo había tomado con suavidad, no del modo bruto e insensible que estaban utilizando con el. Su cuerpo era caliente. Caliente era poco. Era una hoguera, por Dios bendito... Inconscientemente se acurrucó contra él y contra todos sus principios.

Así que lo iba a tomar, quisiera o no. De repente sintió mucho frío. Estaba tan destemplado que necesitaba una manta para empezar a calentarse, y a falta de ella, estaba el cuerpo musculoso, duro y ardiente de Wangji.

Pero no estaba sorprendido por aquellas superficialidades, sino porque cada vez que él lo tocaba, sentía una extraña sensación de cobijo. ¿Cómo era posible? El iba a aprovecharse de el. Él creía que el era su enemigo, que era un asesino. Le había hecho daño físicamente. ¿Lo trataría así de estar en otro contexto? ¿De darse otro tipo de situación completamente distinta a la que estaban viviendo? ¿Cómo podía pensar en esto en su situación?
El no quería olerle. No quería rozar su garganta con la nariz... Oh, qué bien olía. Olía a sándalo o algo asi y a algo parecido a Allure de Channel. Y a hombre. A hombre de verdad.

El no quería cerrar los ojos ni apoyar su cabeza en su hombro, pero lo hizo. Y lo hizo además sintiéndose plenamente relajado contra él. ¿Eran sus poderes? ¿Él no podía leerle la mente pero sí que podía incitarlo a hacer lo que quisiera? ¿Era eso?
—¿Me estás induciendo a que me comporte así? —le preguntó el sin poder despegarse de él. Le había puesto los brazos alrededor del cuello y hablaba con los labios pegados al lado derecho de su garganta.
Wangji lo tenía tan dura que en cualquier momento podía matar a alguien con el botón del
pantalón.

El joven era dulce y provocativo a la vez. Lo hacía a propósito.
—¿Te golpeó Guangyao en la cabeza y yo no me di cuenta? —le contestó él con una sonrisa.
¿Había sido eso una broma? ¿Estaba bromeando con el? Qué surrealista parecía todo.
—De hecho, me habéis hecho muchas cosas, pero de momento todavía no me habéis bateado
el cráneo —replicó el. —Viendo lo brutos que sois, tarde o temprano lo haréis.
—Si sigues contestando a todo el mundo así, pronto alguien lo hará, no lo dudes. Tienes la lengua muy larga.
—Me estáis tratando muy mal y estáis siendo injustos conmigo —se le quebró la voz. —Tengo que defenderme...
Wangji tensó la espalda y se apresuró a subir los escalones. Cuanto antes llegara y antes lo soltara en la cama, mucho mejor. Si seguía así con el, lo apretaría contra él y acabaría pidiéndole perdón por todo y lo peor era que no tenía ninguna razón para hacerlo. El no era inocente.

—¿Por qué no lo dejas ya?
Wei Ying apartó la cabeza de su hombro y lo miró a los ojos frunciendo el ceño.
—¿Qué quieres que deje?
—Deja de fingir. Deja de mentir. Asume lo que has hecho y paga por ello con toda la dignidad que te sea posible, la misma que hace que levantes la barbilla ante todos los demás. Si sigues aparentando que no has hecho nada, te muestras entonces como una perro cobarde. Los vanirios detestan la cobardía. Prefiero verte como un perro descarado y valiente —lo miró a los ojos y alzó los hombros. —Merecerás más respeto y, además, me la pone más dura.
Wei Ying lo observó sin pestañear y replicó con voz fría y dura.
—¿Qué va a pasar cuando descubráis que no tengo nada que ver con lo que me explicáis?
¿Cómo vais a proceder cuando se demuestre que es la primera vez que os veo, que sé de vosotros y que ni mi padre ni yo estamos involucrados en cazas de nada ni de nadie? Nunca he matado a nada en mi vida. Jamás. No me gusta la violencia ni la extorsión ni las injusticias...

Sangre y Colmillos (El libro del Wei Ying)Where stories live. Discover now