🔥 Capitulo 11🔥

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—He dicho que te vayas.
Lan Xichen se dirigió a la puerta malhumorado. La abrió y Wei Ying notó un fuerte olor a tierra
mojada. A noche. ¿Estaban a pie de calle? ¿Qué hora debía de ser? ¿Las cinco o las seis de la
madrugada?

Lan Xichen giró la cabeza hacia ellos y le dijo:
—No tienes por qué hacerlo. Adiós.
Wangji no se giró para verlo. Oyó un portazo y empezó a subir las escaleras que llevaban a la parte de arriba.
A Wei Ying se le aceleró el pulso. Dios mío, iba a pasar. El, el... era virgen todavía y, como había dicho Wangji, él iba a acostarse con el. Sin miramientos. Sin cuidados. Sin preliminares. Las manos se le enfriaron y le empezaron a sudar. ¿Era un bajón de azúcar? Por favor, ésa era su única salvación. Y además no tenía insulina. Si se desmayaba a lo mejor no haría nada con el.
Wangji caminaba con el en brazos, impasible. Frío como el granito. Se paró enfrente de una puerta metálica. Puso la mano sobre una pantalla de TFT pequeña que había al lado derecho y la puerta metálica se abrió.

Entraron en una habitación completamente oscura. La puerta se cerró tras ellos, dejando la habitación absolutamente sellada y en penumbra.

Wangji susurró algo en algún idioma antiguo y pequeñas antorchas que estaban colgadas en la pared hicieron combustión e iluminaron toda la habitación. Era otra habitación circular e increíblemente grande. Con una gran cama colocada en el centro, de sábanas y cubrecamas negros, con cojines blancos y, bajo la cama, una alfombra gruesa de color rojo. Sólo había esa cama, esa grandiosa cama. Si había algo más en la habitación, Wei Ying no lo advirtió.

SUÉLTAME — Wei Ying empezó a reaccionar luchando con fuerzas contra él. Le golpeaba el pecho, tiraba de su pelo, pero Wangji no hacía caso de nada.

—Tranquilo —le susurró. —Relájate, Wei Ying.
Su voz era música. Wei Ying dejó de pelear con él al instante y se quedó en sus brazos como si fuera una niño indefenso y confiado. Su voz...
—No, no me hagas esto, por favor... —dijo el con los ojos humedecidos y tragando saliva.
—Deja de luchar —lo dejó sobre la cama acomodando su bonito cuerpo sobre el colchón y colocando su cabeza sobre la almohada. —Esto iba a pasar por mucho que lo quisieras negar.

Vamos a disfrutar los dos. No te haré daño. Puedes ser un asesino, pero yo no te haré daño en la cama. No me gusta hacerlo así. No disfruto.
— Wangji, te estás equivocando conmigo —tenía un nudo en la garganta. A él le enfurecía que el luchara por su inocencia cuando todos sabían que era culpable.
—¿Cómo te he dicho que me llamaras? —gritó a un centímetro de su cara. —Soy tu amo —
tomó sus muñecas y se las colocó sobre la cabeza.

Wei Ying no podía luchar, no podía pelear. Su cuerpo no lo obedecía.
Wangji se colocó de rodillas sobre la cama y lo miró detenidamente. Por todos los cielos.

Ese Hombre lo estaba mirando con terror, pero también con esperanza. El quería creer que él no era así.
Y tenía razón. Él no era así. Todavía no entendía muy bien por qué lo reclamaba sólo para él o por qué tenía necesidad de someterlo en la cama. ¿Por qué no retiraba la custodia personal de
Wei Ying y lo dejaba en manos del consejo como pedía Lan Xichen? Ellos obtendrían la información y listos.

Luego, adiós. Eso era ya suficiente castigo. La muerte de su mejor amigo, Zi Xuan, por la de Wei Ying y Ruo Han. Lo justo.
¿Por qué quería hurgar tanto en la herida? ¿Acaso no era mejor acabar con el rápidamente?
No, no era mejor. Desde el momento en que lo había visto pegado a la ventana de su habitación, había sentido un deseo irrefrenable de colocarlo debajo de él y abrirle las piernas. Y su olor... Ese era el olor por el que él podría volverse loco. Si el fuese un buen chico, si no hubiese tenido nada que ver con la extorsión y la mutilación de los vanirios, él posiblemente, sólo posiblemente, podría reclamarlo como su cáraid. Pero el no era un buen chico. No, no lo era.

Sangre y Colmillos (El libro del Wei Ying)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang