Capitulo 29

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—Internet. Sólo ojeé un poco.
—¿Sabes por qué se llama así? —preguntó dando otro paso hasta el. Controlaba cada movimiento, evitaba ser brusco y ansioso. Al menos Wei Ying no retrocedía.
—No, no lo sé —musitó con la voz ahogada.
Wangji percibió sus nervios, escuchó los latidos de su corazón que corrían acelerados. Acelerados por él, pensó complacido. Inhaló y se llenó los pulmones de su olor.

—Black Country la forman cuatro comunidades —respondió con calor en la mirada. —Segdley, Dudley, Walsall y Wolverhampton, ubicadas en el centro de Inglaterra, al Noroeste de Birmingham. Aquí nació la primera revolución industrial. Todas las fábricas que hay en esta zona trabajan el acero y la fundición del hierro, y también hay grandes minas.
—Eres como la Wikipedia.

Wangji frunció el ceño y echó una pequeña y ronca carcajada.
—Más o menos. Las chimeneas de las fábricas expulsan humos constantemente y han creado sobre el cielo que abarca estas cuatro comunidades una espesa capa de ceniza negra que hace que por el día, el cielo se tina de colores grisáceos y oscuros y que por la noche y al atardecer el cielo se vea rojo. La capa que han creado las chimeneas no deja que el sol filtre como debería —dio dos pasos más y se plantó frente al joven que lo miraba con los ojos muy abiertos, asombrado por lo que escuchaba. —Nos hemos acostumbrado a caminar bajo él.
—Por eso vivís aquí —era una afirmación.

—Nuestro clan siempre ha permanecido en estas tierras, en esta zona. Antes de que se erigieran las industrias y las fábricas, el suelo de tierra oscura y los gases que exudaban el interior de las minas ya cubrían estos cielos de un perceptible color ofuscado. A nuestro cutis nos va muy bien —bromeó sin sonreír.
Wangji asintió con la cabeza cuando vio que Wei Ying no estaba para bromas. Tenía que dejar de comportarse como un adolescente inseguro.

—Y... ¿qué haces aquí? —preguntó el frotándose los brazos, incómodo.
—Quería ver cómo estabas.
—¿Cómo sabías que iba a estar aquí?
—¿Cómo podría no saber dónde estás?
Wei Ying lo miró a los ojos unos instantes, buscando en su mirada la sinceridad de sus palabras.
Parecía que decía la verdad y a el le alegró.

—¿Cómo estás tú? —preguntó el con timidez. —La espalda tiene que dolerte, pero seguro que cicatrizas rápido.
—Tengo la espalda en carne viva —respondió él contrito. —Pero, es verdad. Cicatrizo rápido —mintió él estudiándolo.
Wei Ying agachó la mirada y frunció los labios.
—No debiste hacerlo.
—No estoy arrepentido —replicó Wangji buscándole los ojos. —Cada pinchazo me recuerda lo injusto que fui contigo, Wei Ying. Me lo merezco.
Wei Ying se giró y le dio la espalda. Temía mirarle a sus ojos esmeralda y quedarse hipnotizado por
ellos.

—¿Qué haces tú aquí, Wei Ying? —se acercó a el hasta casi rozarle la espalda.
Su voz seductora le ponía los nervios en tensión.
Wei Ying sentía el calor que irradiaba su cuerpo tan cerca de el. Se aclaró la garganta y respondió:
—Necesitaba salir y tomar el aire.
Por el amor de Dios, ¿dónde había ido a parar todo el oxígeno del bosque?
—¿Por qué? ¿Acaso te sentías mal? —ronroneó. —¿Te sentías mal por mí?
—No —se apresuró a contestar dándose la vuelta para encararlo. —No, claro que no.
—Yo creo que deseabas encontrarme aquí, como ayer, porque necesitabas verme.

—Eres un pedante —gruñó el avergonzado por haber sido descubierto. Pero antes muerto que reconocerlo. —Un patán.
—Puedo leer tu mente cuando quiera —cogió un mechón de ébano en sus manos y se inclinó a olerlo. —Pero no tengo tu permiso para hacerlo, así que no sabré si me mientes o no.
—Ayer te pedí que hablaras conmigo de mente a mente y no lo hiciste.
—Ayer, en aquel momento, no sabía ni cómo me llamaba. Además, quiero que me lo pidas en voz alta, no mentalmente.
—Dices que no sabes si miento o no y que por eso quieres entrar en mi cabeza —murmuró
molesto. —Según tú, seguro que miento para variar —le arrojó el guante. —Nunca me has creído.
—¿Entonces, me estás mintiendo? ¿Te preocupas por mí?
Wei Ying resopló irritado.

Sangre y Colmillos (El libro del Wei Ying)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora