💔Capitulo 41💔

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—Sí... segurísimo —había dudado ante la respuesta.
Wangji asintió lentamente y salió de la habitación para dirigirse al vestidor y coger ropa nueva. Wei Ying se quedó mirando la puerta con el corazón y los labios temblando.

Tragándose unas inesperadas lágrimas apartó las sábanas y salió de la cama. Se dirigió al baño y abrió la ducha dehidromasaje. El agua estaba calentita, así que se colocó debajo del chorro, echó la cabeza hacia atrás y abrió la boca para que el agua entrara dentro. Se enjabonó rápido intentando no pensar en el modo que tenía Wangji de tocarlo, de acariciarlo y de contactar con el tan íntimamente. El jabón olía deliciosamente, a cítricos. Como él.
Salió de la ducha vestido con una toalla que cubría su desnudez y con el pelo negro mojado. Lo desenredó y lo dejó todo peinado hacia atrás. Se sentó en la cama, sintiéndose todavía ligeramente conmocionado ahí abajo. Wangji era realmente grande.

El vanirio abrió la puerta con ropa para el. Se la entregó sin mirarlo a los ojos. Había comprado una tienda entera de accesorios y ropa de todo tipo para Wei Ying y algunas prendas se las había quedado él para días como esos, pensando que tendría muchos con el, en los que el joven acabaría en su cama sin haberlo tenido planeado.
Se suponía que Wei Ying tendría que estar deseando acostarse con él de nuevo, pero no era así.
El quería huir. Todas las mujeres y hombres que hubo antes que el, se morían por estar con él después de practicar el sexo y él los repudiaba. Ahora sucedía al revés, él era el rechazado y no le gustaba como se sentía.

—Toma, ponte esto —le dijo.
Wei Ying cogió la camiseta negra ajustada y los téjanos bajos de cintura. Incluso había unos calzoncillos rojo de ropa interior. Se levantó de la cama, agarrándose la toalla.
Wangji lo observó y tuvo que reprimir un suspiro. Dios, era tan hermoso. Se le notaba incómodo e inseguro. Lo miró con esos ojos de color violeta y le dijo: Gracias.
Wangji se aclaró la garganta.

—Tu abuelo viene hacia aquí. Vístete rápido, está muy mosqueado porque has pasado aquí la noche.
—Ya... bueno —tenía que quitarse la toalla de encima y, ahora después de todo lo dicho, no parecía correcto desnudarse ante él. —¿Podrías...? —con la mano le indicó que se diera la vuelta.
No, por supuesto que no —su mirada era fría, pero en sus pupilas dilatadas también había un leve reflejo de dolor. —No hay nada que no haya visto ya. Date prisa, le quedan cinco minutos. Parado frente a el, tan alto, tan amenazador y espléndido, tuvo que hacer acopio de fuerzas para no echarse encima de él y violarlo en el suelo. Él era un adonis moreno y de una belleza tan salvaje y cautivadora que no parecía real.

Wangji se estaba comportando como un borde. Quería incomodarlo pero Wei Ying no podía detener la reacción de su cuery ante él. Era perfecto y su gusto por la moda, impecable. Ahora llevaba un pantalón negro y una camisa Burberrys ligeramente abierta hasta el pecho, que combinaba con el color de ojos de Wei Ying. Llevaba un Tagheuer enorme en la muñeca y miró la hora. Él olía a Allure.
En un impulso Wei Ying dejó caer la toalla y se quedó desnudo frente a él, mirándolo con desaprobación porque no se había dado la vuelta, pero con innegable deseo. Oh Dios, lo deseaba de verdad otra vez.
Wangji lo miró de arriba abajo, acariciando con la mirada el espléndido cuerpo desnudo de
Wei Ying. Las piernas duras y ligeramente musculadas, los gráciles huesos de sus caderas, su abdomen liso, su cintura estrecha, los pezones perfectos y aquella cara adorable y tan bello.

El no supo muy bien como sucedió, pero al instante estaba deseando como loco que él lo tocara. ¿Pero estaba enfermo o qué? Le había dicho que no se iban a acostar más y al cabo de nada estaba rogándole con lenguaje corporal que lo manoseara y lo estimulara como antes. Así no lo iba a tomar en serio nadie.
Wangji tuvo una erección de caballo, pero sus ojos se mantenían inexpresivos mientras lo exploraban como si el fuera una mercancía. —Wangji, yo... —dio un paso hacia él.
—¿Tú qué? —se acercó amenazador. Ocultó las manos en los bolsillos, para que el no se diera cuenta de lo apretado que tenía los puños.
El tragó saliva, pero no retrocedió. Wangji quería asustarlo, estaba enfadado. Y el sentía de nuevo necesidad de él y no sabía ni disimular ni quería hacerlo. Sólo quería que él volviera a abrazarlo y a hacerle el amor.

Sangre y Colmillos (El libro del Wei Ying)Where stories live. Discover now